La adaptación al uso turístico de los recursos culturales. Una propuesta de evaluación para una comprensión más equilibrada de la actividad turística
- Rosa María Yagüe Perales Directora
- María Dolores Pitarch Garrido Codirectora
Universidad de defensa: Universitat de València
Fecha de defensa: 16 de junio de 2017
- Cayetano Espejo Marín Presidente/a
- Luisa Andreu Simó Secretaria
- Raquel Huete Nieves Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Mucho se ha hablado en los últimos años de la importancia de ofrecer experiencias a los que visitan otros lugares distintos de donde viven. Y esas experiencias deben, además, anclarse en el desarrollo de actividades. De ello puede deducirse que las actividades representan el pilar del ocio y, por consiguiente, del turismo, a tenor de la definición oficial de la Organización Mundial del Turismo (1994) y de la conceptualización que del turismo hacen Boniface & Cooper (2009). Ahora bien, estas actividades (hacer senderismo, nadar en la playa, visitar un museo, probar una variedad de vinos, ir al teatro, ver una fiesta popular,…) están inexorablemente asociadas a uno o varios recursos (la montaña, el mar, las obras de arte, el vino, la obra de teatro, la festividad,…) por lo que, en realidad, son los recursos y no las actividades la base del turismo, pues, estas se asientan en las posibilidades que aquellos les ofrecen. Así aparece, al menos, reflejado en un documento publicado en 1971 por la Unión Internacional de Organismos Oficiales de Turismo, en el que se hablaba de la importancia de los recursos turísticos y su relación con los intereses que hacen viajar a las personas. Así pues, los recursos turísticos se identifican como la materia prima de la actividad turística. Este axioma, repetido en la mayoría de investigaciones sobre recursos turísticos, sostiene que el turismo es posible, esencialmente, porque es sobre ellos (en cualquiera de sus formas) sobre los que recae el interés de las personas, por la capacidad de atracción que poseen. Sin embargo, algunas recomendaciones realizadas en la década de los 70 del siglo pasado en este campo sugieren otras interpretaciones. Este es el caso de la Organización Mundial del Turismo que en 1979 publica un informe sobre la evaluación de los recursos turísticos. En él ofrece una propuesta en la que se detalla este concepto de recurso turístico: si se quiere considerar turísticos a los recursos, además de ser atractivos, requieren de un conjunto de acciones intelectuales y materiales que hacen posible su utilización turística (World Tourism Organization, 1979:3). Esta afirmación introduce, en la comprensión de recurso turístico, una nueva perspectiva que no deja lugar a duda: no es suficiente con que un recurso suscite interés para ser declarado turístico. Además, debe de ser transformado para que su uso turístico sea posible. Y es aquí donde se encontró la pregunta de investigación de esta tesis doctoral: para saber si un recurso es realmente turístico ¿qué elementos deberían indicar que ese recurso, que no ha nacido con una finalidad turística, está adaptado a ese nuevo uso? Para hallar una respuesta posible se consideró necesario realizar una revisión de la literatura académica al respecto, con el objeto de encontrar posibles argumentaciones que confirmaran o rechazaran esta cuestión. Para ello se establecieron cinco temas a revisar: la planificación del turismo y su evolución (para comprobar cómo organizan los destinos su estrategia), la planificación de los recursos (para identificar si existen metodologías que toman a los recursos como punto de partida), la conversión de recursos en recursos turísticos (analizar en qué medida las investigaciones desarrollan metodologías), la atractividad y su evaluación (como uno de los pilares que conforman al recurso turístico y lo miden) y, finalmente, la adaptación al uso turístico de los recursos y su evaluación (siendo este el otro pilar identificado en esta tesis como necesario para conformar un verdadero recurso turístico). Tras la revisión de la literatura, y observada la cantidad de posibilidades y visiones existentes a la hora de acometer un trabajo sobre recursos turísticos, además de la falta de un marco estable para identificar los elementos que conformarían la evaluación de su uso turístico, se decidió: 1. Desarrollar la propuesta para recursos culturales, materiales, inmuebles, con limitación espacial y temporal y que no hubieran nacido con una intención turística 2. Implementar una metodología triangular, de base cualitativa y cuantitativa: un Delphi para académicos, un focus group para gestores culturales y una encuesta a visitantes culturales. 3. Desarrollar un cuestionario con 42 afirmaciones, distribuido en dimensiones, a valorar en una escala Likert de 1 a 5 por los tres grupos (académicos, gestores culturales y visitantes), para obtener con ello los ítems que conformarían el sistema de evaluación de la adaptación. 4. Un cuestionario extra de 8 afirmaciones para académicos y gestores culturales, con el fin de identificar los ítems que conformarían la dimensión Gestión del recurso cultural dirigido al turismo. 5. Un cuestionario de 32 afirmaciones, solo para la academia, en el que se analizan las dimensiones de recurso, recurso turístico y adaptación al uso turístico para analizar en qué medida pueden identificarse puntos de consenso. Para examinar los resultados, y puesto que no se han encontrado ejemplos en las investigaciones turísticas revisadas, se ha aplicado el coeficiente Alfa de Cronbach para hallar la fiabilidad interna del cuestionario. Posteriormente, y para una mayor profundización de los datos se ha aplicado: 1. El Índice de Diversidad definido como el grado de dispersión de las variables ordinales en función de la proporción de casos en cada región. 2. La Razón de Variación, entendida esta como el grado en que los valores observados no coinciden con la Moda. 3. El concepto de “calificadores lingüísticos”, ampliamente utilizado en análisis de Delphi para investigaciones médicas por su sencillez en la comprensión de los resultados 4. El Rango Intercuartílico, la Moda y su porcentaje de frecuencia. Cabe matizar que, si bien estos índices ayudan a una mejor interpretación de los resultados, no existe a día de hoy un techo que permita establecer interpretaciones en términos absolutos, por lo que se considera adecuado recurrir a su uso complementario, como se realiza en esta investigación. Los hallazgos muestran que: 1. De los 42 ítems valorados por los tres grupos, en 24 de ellos se ha alcanzado el consenso. 2. De los 8 ítems correspondientes a la dimensión Gestión, evaluados por la academia y los gestores culturales, todos han sido consensuados positivamente, con alguna matización en función de la relevancia del recurso cultural. Las conclusiones a las que se llega tras lo estudiado es, en esencia, que si subjetiva es la percepción que se tiene sobre los recursos (en general), igualmente lo es su apreciación para el uso turístico. Si aportar una metodología para la evaluación del atractivo turístico no puede considerarse solo desde una única perspectiva (la académica), tampoco lo debería ser la de evaluar la adaptación al uso turístico de los recursos culturales. Se demuestra con esta investigación que se requiere necesariamente de la participación de actores distintos, pues, sus intereses, no siempre alineados, pueden ejercen sobre el recurso turístico impactos no deseados, más, cuando la percepción de un grupo sobre otro está sesgada o es incompleta. Sirva este sistema de evaluación como base para una mejor comprensión del papel de los recursos culturales y la necesaria planificación de su uso para la actividad turística.