Evaluación de la influencia del tabaco negro sobre la salud

  1. Bejarano Vila, María
Dirigida por:
  1. I. Martínez Solís Director/a
  2. Francisco Bosch-Morell Codirector/a
  3. Irene Abad Pérez Codirectora

Universidad de defensa: Universidad CEU - Cardenal Herrera

Fecha de defensa: 23 de mayo de 2014

Tribunal:
  1. Lucrecia Moreno Royo Presidente/a
  2. María Amparo Sanahuja Secretario/a
  3. E. Fernández Fabrellas Vocal
  4. Carmen Palau Muñoz Vocal
  5. Daniel Bautista Rentero Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 372787 DIALNET

Resumen

La planta de tabaco es una especie que pertenece a la familia botánica Solanaceae. Según las últimas clasificaciones botánicas (APG III, 2009), esta familia comprende 98 géneros y 2700 especies, distribuida por todo el mundo, especialmente diversificada en Suramérica y Centroamérica tropical. La familia Solanaceae incluye al género Nicotiana L. que es originario de América, sur del Pacífico, Australia, más una especie de Namibia (África). Actualmente comprende entre 67 y 70 especies con elevado contenido en alcaloides, especies medicinales y algunas ornamentales. Se trata de hierbas, en su mayoría anual-bienales, de ramillos frecuentemente pegajosos por el indumento de pelos glandulares (Ruiz de la Torre, 2006)1. Las primeras culturas que usaron las hojas de tabaco para fumarlas fueron los mayas hace mil quinientos años. Su legado de peculiares tallas y grabados demuestran cómo este pueblo centroamericano dio al fumar un carácter religioso y ceremonial. Algunos pueblos de la América precolombina no sólo emplearon el tabaco con fines rituales, sino que llegó a ser utilizado como remedio curativo. En el Nuevo Mundo se cosechaban dos especies diferentes en estado silvestre: Nicotiana rústica L., cuyo cultivo tenía lugar en México, el este de América y Canadá, que se caracterizaba por la presencia de una hoja estrecha con un alto contenido en nicotina, con un sabor tan amargo que se fumaba en pipa, lo que dio lugar a la famosa pipa de la paz. Nicotiana tabacum L., caracterizada por su habito alto, con hoja ancha y de sabor mucho más suave que la anterior. A finales del siglo XII, los aztecas invadieron el territorio maya y asimilaron la costumbre de fumar tabaco. Sin embargo, dieron al fumar un carácter más social que religioso, ya que lo más importante se centró únicamente en la magnificencia y el refinamiento de los utensilios de fumar. Los aztecas conservaron la costumbre hasta la llegada de los españoles a principios del siglo XVI. Para los europeos, el tabaco fue descubierto por dos marinos españoles que, cumpliendo órdenes de Colón, exploraban el interior de la isla de Cuba y hacía ya un mes que la Pinta, la Niña y la Santa María habían tocado tierra. Fueron las playas de San Salvador el escenario del gran hallazgo del tabaco. Cuando los dos marinos llegaron a la orilla, los nativos les recibieron con frutas, jabalinas de madera y ciertas hojas secas que desprendían una peculiar fragancia. Fue uno de estos dos marinos, Rodrigo de Jerez, quien a su vuelta a España no dudó en introducir la costumbre de fumar tabaco, por lo que tuvo que pagar un alto precio, ya que la Inquisición lo encarceló por practicar algo pecaminoso e infernal. Sin embargo, el hábito de fumar se puso de moda y en el siglo XVI éste había sido adquirido por todo tipo de clases sociales, distinguiendo la pipa, entre las más elevadas y sofisticadas, y el rollo de hojas como precursor del cigarro puro, entre las más populares. Al principio, los frailes fueron los más entusiastas plantadores de tabaco, en las huertas cerradas de sus conventos, lo utilizaban con fines ornamentales y medicinales. Así, el hecho de que el tabaco se cultivara preferentemente en estos lugares cerrados, llevó más tarde a dar el nombre de ¿estancos¿ a los comercios donde debía venderse el producto. Cuando el botánico sueco Linneo publicó su Species Plantorum, no dudó en elegir, para la especie, el nombre de Nicotiana tabacum, en homenaje al embajador francés Jean Nicot, cuya buena acción puso de moda el fumar. La Reina Catalina de Médicis, quien sufría fuertes jaquecas, hizo caso al ilustre cuando le recomendó que lo tomara aspirándolo por la nariz. Los dolores desaparecieron y el rumor hizo que el tabaco, como remedio curativo, se extendiera por toda Francia y el resto de Europa.