Religamiento y juventud en un contexto de secularizaciónjóvenes valencianos en el segundo decenio del siglo XXI

  1. AZNAR SALA, FRANCISCO JAVIER
Dirigida por:
  1. José M. Pérez Adán Director
  2. Alexis Cloquell Lozano Director/a

Universidad de defensa: Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir

Fecha de defensa: 21 de abril de 2016

Tribunal:
  1. Salvador Peiró Gregori Presidente/a
  2. Juan Gomis Coloma Secretario
  3. Pablo Emilio Garcia Ruiz Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 416463 DIALNET

Resumen

La presente tesis estudia la relación que se da entre religión, secularización y religamiento. Por religamiento entendemos la vuelta a la religión que se da en muchos jóvenes después de la progresiva desaparición de la sociedad cristiandad que solía socializar de forma natural y del posterior proceso de indiferencia religiosa. Curiosamente la «secularización» podemos rastrearla en las religiones reveladas monoteístas que posibilitaron una primera diferenciación de esferas sagrada/profana. En la actualidad y, después de la necesaria separación de esferas y poderes que se diera en la modernidad, se ha dado en la postmodernidad un deliberado intento de reprimir y privatizar el mundo de las creencias. El papado de Juan Pablo supuso, en este sentido, una contestación a esta secularización postmoderna y situó de nuevo el hecho religioso en primera línea de la escena pública. La figura del Papa polaco ha sido clave para entender el actual fenómeno de un religamiento que ha convivir en el marco de una sociedad secularizada en Europa y que se presenta más plural y polarizada que nunca. Palabras clave: Sociología, secularización, religamiento, laicidad, laicismo, polarización de la sociedad. Introducción: Nuestra tesis pretende ahondar en actual fenómeno de la secularización y, a la vez, del religamiento. Por una parte percibimos un sector de la juventud claramente apartado de cualquier práctica o vivencia religiosa, incluso se acentúa cada vez más su desconocimiento casi absoluto del hecho religioso en todos los niveles y, por otra parte, se da la presencia de jóvenes que viven su fe con un compromiso renovado en medio del mundo. La secularización es uno de los fenómenos contemporáneos más extendidos y que hacen de este momento un nuevo escenario para el estudio sociológico. Todo ello hace que la diferencia entre unos jóvenes y otros no ha de buscarse tanto en lo cuantitativo sino en lo cualitativo, no nos preocupa en nuestro análisis tanto el número los que pueblan cada una de las franjas que hemos delimitado, sino el hecho de que se esté dando una diferenciación cada vez mayor entre unos y otros y que no precisamente debe abocar a un enfrentamiento en el futuro sino que se puede dar en medio de una convivencia pacífica. En nuestro marco teórico merecen especial consideración las variables del término «secularización», ya que pueden presentar diferentes acepciones a lo largo de la historia y ser entendidas de distinta forma. Nos parece interesante acercarnos en este primer capítulo al debate que se está suscitando sobre la presencia de lo religioso en el espacio público en la actualidad en el arco que va desde la modernidad hasta la postmodernidad. Además, consideramos relevante para nuestro trabajo comprender el itinerario que la Iglesia católica, como institución con más peso en Occidente, ha emprendido a lo largo de todos estos años y cómo ha comprendido el lugar que debe ocupar y que culminara en el Concilio Vaticano II con la delimitación de esferas y poderes por parte de la Iglesia. No obstante, se ha dado en el tiempo una ‘segunda secularización’ que pretende influir en la posición religiosa de la sociedad, a modo de «secularización neutralizante» de la dimensión religiosa en la vida pública, ya que consiste en el intento deliberado de relegar lo religioso a la esfera netamente privada. Todo esto ha venido ocurriendo en la ‘segunda oleada’ secularizante dada en la postmodernidad y que mira con sospecha el mundo de las creencias. El tercer tipo de secularización, la más atendida por nosotros, será la que se produce por el desapego religioso en referencia a la religión institucional y que entendemos por «secularización cultual», como aquella que afecta a la pérdida de práctica religiosa o de culto en las religiones institucionales y el progresivo alejamiento de las mismas -lo que en Europa podríamos describir como descristianización-. No obstante, para René Girard (1923-2015) el hombre es un ser naturalmente religioso y lo que ocurre con la secularización no es la ausencia de referentes religiosos sino que se da la posibilidad de que el hombre transite de nuevo hacia posiciones religiosas neopaganas. De este modo, la secularización incide fuertemente en la descristianización y supone una vuelta hacia presupuestos religiosos arcaicos y, por el contrario, no resulta una ausencia total de parámetros religiosos en las sociedades modernas como cabría esperar. En otro aspecto, siguiendo en la línea del primer capítulo. Parece imponerse la idea en algunos sectores de que la religión en la actualidad debe permanecer en el ámbito de la privacidad y por ello debería quedar relegada de lo público. En tal sentido, el jurista Andrés Ollero dentro del ámbito español nos sitúa en el marco adecuado de las relaciones entre el Estado y las distintas confesiones religiosas. El concepto de ‘colaboración’ es el término utilizado por la Constitución frente al propuesto por algunos sectores que propugnan el de total ‘separación’ y que no se refleja en la Carta Magna. Alertará, por tanto, del peligro del ‘laicismo’ que parece haber emergido con fuerza en los últimos años y que más que una posición de «neutralidad estatal» se convierte en una posición «neutralizante» de las distintas confesiones religiosas. Esta ‘segunda secularización’ que estamos refiriendo es contestada y revisada por algunos autores que ven la necesidad de equilibrar la presencia pública y que no sea el poder distributivo el único poder que ejerza el monopolio social y no conceda espacio a las distintas iniciativas colectivas. Así pues, autores tan significativos como Jürgen Habermas ven la necesidad de establecer un marco donde se active la voz de las distintas religiones. El pensador alemán entenderá este diálogo desde las bases prepolíticas para que nadie sea excluido y donde las distintas voces conformen la ética ciudadana. Habermas alerta del peligro que se cierne en un mundo hiper-científico carente de ética y, sobre todo, se lamenta de la ausencia de todo el bagaje cultural y moral que han aportado las distintas religiones en la actualidad, al ser apartadas de cualquier tipo de diálogo. Desde la sociología de la religión la secularización ha sido analizada con relevante rigor científico por autores como Émile Durkheim (1858-1917) y Max Weber (1864-1920). Estos autores clásicos entendieron la secularización como “desencantamiento del mundo” y una necesaria purificación de la esfera civil de cualquier atavismo mágico. No obstante, estos autores conceden a la religión una gran importancia como base de toda sociedad y consideran que una sociedad puede entrara en crisis si esta queda totalmente relegada. Estas ideas se actualizan y revisan con autores contemporáneos como Peter L. Berger y Charles Taylor. Peter Berger entiende que la secularización no es una respuesta social viable pues el elemento religioso sigue siendo una necesidad vital, pero considera que su supervivencia en la actualidad depende del grado de carga dogmática que las distintas religiones exijan, por lo que su subsistencia dependerá de si sabe ajustarse o no a los parámetros del mundo del mercado y cede en muchas de sus pretensiones. Charles Taylor, en cambio, piensa que caminamos hacia un mundo altamente polarizado en lo religioso y en lo secular, donde las diferencias entre unos y otros aumentan cualitativamente pero no por ello percibe como necesario difuminar el espectro religioso pues la realidad religiosa sigue siendo seguida y querida en su singularidad. Caminamos, a su juicio, hacia una sociedad altamente polarizada en lo que se refiere a las creencias y compromiso religioso y la indiferencia de lo religioso. Algunos sociólogos están apuntando que se está produciendo un «religamiento» que todavía no ha sido constatado del todo por la sociología. Así pues, no da la impresión de que a nivel sociológico la tesis de la secularización sea aplicable al conjunto de una juventud completamente irreligiosa a nivel global. Incluso en lugares de Europa, EEUU y Canadá se comprobar cómo un nutrido número de jóvenes vive la fe muy seriamente y, si cabe, con un renovado compromiso, por lo que en realidad la juventud se nos presenta cualitativamente polarizada y no uniformemente irreligiosa como cabría esperar en el siglo XXI. Este religamiento se puede encontrar distribuido en numerosos carismas y movimientos laicales propios de la Iglesia católica y que emergieron a la luz del Concilio Vaticano II y son a día de hoy reconocibles en todo el mundo. Incluso, grandes manifestaciones religiosas como las Jornadas Mundiales de la Juventud impulsadas por san Juan Pablo II son expresión de un fortalecimiento religioso en la vida pública. A la vez, perviven creencias religiosas a nivel individual y que dotan de sentido la vida de numerosos jóvenes aunque no vayan acompañadas de una práctica religiosa como era costumbre hasta la época actual, lo que se conoce como “creencia sin pertenencia”. No es desdeñable tampoco la presencia y el peso que sigue teniendo la religión folclórica o costumbrista en manifestaciones sociales y cívicas, aunque haya disminuido su seguimiento social en las últimas décadas. Todo este fenómeno se da en medio de un contexto social postmoderno que parece abrirse la posibilidad de un tipo de valores postmaterialistas a tenor de lo que dicen autores importantes como Inglehart, Bauman y Giddens y que se alejan de los meramente materialistas. Estos tres autores son críticos con la postmodernidad, desde posturas increyentes ciertamente, pero con la característica de que perciben un periodo actual agotado e incapaz de ofrecer respuestas sólidas. La actual pluralidad de formas en lo social hace necesario un consenso en pro de una convivencia pacífica entre todos los actores que habitan una sociedad más plural que nunca. De este modo, la esfera pública ha de ser capaz de dar cabida a los distintos poderes colectivos y no ejercer un tipo de monopolio que propio del poder distributivo y que no permite que las distintas sensibilidades puedan expresarse en la vida pública en plano de igualdad. De esta manera, nos parece necesario repensar lo público en orden a posibilitar un escenario de encuentro entre los distintos actores que conforman la esfera pública. En nuestro trabajo de campo hemos desarrollado una serie de entrevistas a un grupo de expertos sobre la problemática que nos ocupa: secularización, religiosidad, etc. Del mismo modo, hemos entrevistado a jóvenes que ejercen algún tipo de liderazgo entre la juventud de la comarca de la Ribera Alta en Valencia y que nos ha permitido aportar algo de luz a nuestra investigación. En el trabajo de campo hemos analizado las variables actuales del consumo como búsqueda o sucedáneo de felicidad en un marco que se presenta como inmanente. La respuesta que ha dado el postmodernismo a las grandes cuestiones existenciales han sido en general muy pobres y la «anomia» o la sensación de «jaula de hierro» -apuntadas por Durkheim y Berger- parecen estar presentes en la sociedad actual. Asimismo, el marcado individualismo como característica propia de la postmodernidad ha conformado un tipo de relaciones que atomizan al individuo, por lo que este aislamiento es visto o vivido con cierta sensación de cansancio por un joven que necesita expresarse en colectividad. Sin duda, la secularización actual supone un cambio de paradigma frente al hecho religioso y conduce a muchos jóvenes a posturas diversas. Además, la secularización comporta progresivamente un desconocimiento y alejamiento del hecho religioso que es propio de la sociedad actual en que vivimos. Por ello, el «religamiento» que se da en la sociedad actual y entre la población juvenil de la Ribera parece desdecir la máxima de la secularización en sus generalizaciones. Esta realidad avala nuestra tesis que percibe una sociedad más polarizada que nunca en orden a la religión y a la secularización, con diferencias cualitativas entre jóvenes creyentes y no creyentes con gran militancia laica. Este religamiento se aleja de cualquier herencia religiosa o cultura de cristiandad. La religión en la actualidad parece ser algo elegido libremente y su vivencia da la sensación de ser más experiencial y vivida en grupos de referencia que lo ayudan. Toda esta realidad que estamos estudiando nos conduce a varias reflexiones que es necesario subrayar. Entre ellas cabría resaltar el hecho de que las visiones monopolizadoras de lo público no tienen cabida en medio de una sociedad más plural y polarizada que nunca. El actual momento postmoderno se nos presenta con mayor debilidad interna de lo cabría esperar, después de un momento de grandes progresos, siguen estando presentes la «anomia» y la «soledad». No da la sensación de que a nivel humano el progreso haya cosechado los mismos logros que a nivel científico. La sensación de «crisis» y, muchas veces de «sinsentido», hacen que la sociedad contemporánea siga necesitando de una serie de referentes que den respuestas a cuestiones vitales y parce que han sido desatendidas durante un largo periodo. Como señalaban Weber y Durkheim, la estructura religiosa está en la base de toda sociedad por lo que una cultura completamente irreligiosa entraría progresivamente en crisis. Ciertamente, el contexto actual se da en medio de una enorme secularización, lo que Charles Taylor denomina «marco inmanente», donde un gran número de jóvenes han dejado de creer y de tener cualquier referencia religiosa a nivel cultural. No obstante, a la par que se da esta realidad se dan cita socialmente multitud de jóvenes y de nuevos movimientos laicales que están propiciando un notable religamiento en la época actual. Muchos de estos jóvenes viven sus creencias con un renovado compromiso y lo hacen en medio de una comunidad de referencia que refuerza sus vínculos y deja de tener ese aspecto anónimo al que las grandes instituciones estaban acostumbradas en una sociedad de cristiandad que está cambiando a pasos agigantados. El papel del joven laico de hoy es distinto al de hace apenas unas décadas, pues ha de vivir su fe y dar testimonio de ella en un medio que muchas veces no comprende sus razones y que les exige una mayor formación y razonabilidad de sus postulados.