El paisaje como categoría analíticacultura y naturaleza en el parque natural de las hoces del Cabriel

  1. CALERO VALVERDE, ÁNGELA
Dirigida por:
  1. Pablo Vidal González Director/a

Universidad de defensa: Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir

Fecha de defensa: 24 de junio de 2014

Tribunal:
  1. Anne Marie Brisebarre Presidente/a
  2. Ana María Blázquez Morilla Secretario/a
  3. Mohammed Mahdi Vocal
  4. Beatriz Santamarina Campos Vocal
  5. Joan Ramón Seguí Seguí Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 367195 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

En los últimos años se ha producido un incremento del interés político, económico y social en torno a lo que denominamos ¿paisaje¿. El concepto se ha popularizado y se ha convertido en un vocablo ampliamente utilizado como consecuencia de su gran atractivo y de su capacidad evocadora. De igual modo, dentro del ámbito científico, cada vez son más las disciplinas que incorporan a su análisis aspectos relacionados con la construcción y la transformación de los paisajes, atendiendo principalmente a cuestiones relativas a la composición estética de los mismos, o partiendo de consideraciones históricas y territoriales. En las Ciencias Sociales en particular, la aproximación al concepto ha sido más bien tardía y ha estado influenciada, sobre todo, por las corrientes geográficas, artísticas y filosóficas, contando con importantes contribuciones para la antropología interesada en el paisaje procedentes de estas tres ramas de conocimiento. En concreto, y en relación a la geografía, son referentes en la actualidad los trabajos de González Bernáldez (1985), Nogué (2007), Martínez de Pisón (2007, 2008, 2009), Mateu Bellés (2008) o Gómez Mendoza (2008), entre otros. Como veremos, el estudio científico del paisaje surge dentro de esta especialidad, por lo que tenemos que situarla en el punto de mira de las producciones teóricas y metodológicas al respecto. Algo parecido sucede con las disciplinas artísticas y filosóficas, de donde emana tanto el propio concepto de paisaje como su valorización social. En este sentido, hay que hacer referencia a autores contemporáneos como Maderuelo (2005), Roger (2007), Besse (2000) o Berque (2009), que han profundizado en el estudio del surgimiento y la significación del paisaje tanto en la tradición occidental como en otras sociedades. Dentro de los estudios antropológicos, la inclusión del paisaje como herramienta de conceptualización no se produjo hasta las últimas décadas del siglo pasado, cuando comenzó a utilizarse, principalmente, para referenciar las relaciones entre la cultura de las comunidades y el medio ambiente en el que las mismas se insertan. Sin embargo, de sobra es conocido el interés que los antropólogos han tenido siempre por comprender el modo en que los seres humanos han integrado en sus universos culturales las cosmovisiones relativas al entorno, siendo la dicotomía naturaleza-cultura uno de los axiomas centrales de la disciplina. Es en base a dicho interés que surge a principios del siglo XX la antropología ecológica, una subespecialidad en cuyos orígenes participaron referentes clásicos como Malinowsky, Boas y Kroeber, y en la que posteriormente profundizaron otros como Stewart, White, Harris, Sahlins y Rappaport, siendo este último uno de los autores cuya obra ha tenido mayor repercusión en la configuración actual de los estudios ambientales. Desde la década de los ochenta, la mayoría de las contribuciones de la antropología ecológica se basan en un paradigma procesual interesado en el estudio de las interacciones entre la población y el entorno, y caracterizado por otorgar una mayor importancia a los estudios diacrónicos y al análisis de los mecanismos de cambio, situando los procesos de toma de decisión en el centro de la acción investigadora. Es en este clima donde surgen la ecología histórica, la ecología simbólica y la ecología política, tres enfoques complementarios que vienen a superar las antiguas dicotomías modernistas y que responden a la demanda de la sociedad, permitiendo una mayor participación e implicación de los antropólogos en los procesos políticos y medioambientales. En la actualidad encontramos interesantes propuestas que siguen alguna de estas líneas de análisis, como los trabajos de Santamarina (2008), Valcuende (2011) y Beltrán (2012) en España, o las aportaciones de Descola (1996), Milton (1996), Orlove (1980) y Biersack (2006), más allá de nuestras fronteras. Dando un paso más hacia nuestro particular objeto de estudio, tenemos que hacer alusión a aquellas investigaciones antropológicas de orientación ecológica que se han preocupado por analizar las dinámicas relacionales entre naturaleza y cultura a la luz de una óptica paisajística, es decir, haciendo uso del concepto de paisaje como una herramienta analítica de interpretación. Como ya hemos dicho, el abordaje del paisaje por parte de nuestra disciplina se ha demorado bastante si lo comparamos con otras especialidades y, además, existen pocas referencias de etnografías realizadas en zonas concretas que se centren en el componente paisajístico. Aun así, en los últimos años han proliferado los trabajos que reflexionan sobre este asunto partiendo desde distintos enfoques, como el territorial, el patrimonial o el campo de las representaciones sociales, siendo algunos de ellos los realizados por Fernández de Larrinoa (2010), Durand (2002), Martínez Mauri (2009), Aguilar Bellamy (2006) o Álvarez Muñárriz (2011). Nuestra tesis se ubica, precisamente, entre estas últimas propuestas. El objetivo general es comprender el modo en que se relacionan y retroalimentan los factores implicados en el paisaje del Parque Natural de las Hoces del Cabriel. Nos interesa delimitar y establecer las relaciones entre la comunidad y el entorno en el que ésta se desarrolla, conocer cómo el grupo interacciona y ha interaccionado a lo largo de la historia con el medio en el que se ubica, cómo ha hecho uso de sus recursos, cómo perciben los habitantes el entorno que les rodea y cómo han encajado el hecho de que dicho entorno sea ahora un espacio protegido. Para ello, partimos de la idea de que la utilización del concepto de paisaje como categoría analítica puede ofrecernos la posibilidad de entender las reciprocidades entre la cultura y la naturaleza de este lugar, ayudándonos a romper, desde el punto de vista de la práctica investigadora, con las dicotomías modernistas y con el determinismo y el reduccionismo subyacente, y permitiéndonos, además, integrar en nuestro quehacer las aportaciones procedentes de las nuevas concepciones ecológicas. Desde una perspectiva científica y social, el paisaje también engloba un importante componente identitario y, en este sentido, pensamos que el uso del concepto puede concedernos la oportunidad de abordar las lógicas de apropiación y restitución patrimonial en esta sociedad concreta. Además, hemos podido constatar cómo, en la actualidad, y desde hace varias décadas, los paisajes están siendo objeto de un creciente interés por parte de los estados y los organismos internacionales, que realizan esfuerzos por dotarlos de significado y se afanan por desarrollar toda una serie de políticas públicas dirigidas a su gestión y conservación. Creemos, por lo tanto, que adoptar el concepto de paisaje como vertebrador de nuestras explicaciones permite incorporar a nuestro trabajo el análisis de las estructuras de poder político y económico que operan en la realidad objeto de estudio. La elección del tema de investigación arranca con la consideración de la antropología como una disciplina plenamente competente y autorizada para llevar a cabo estudios relativos a la configuración del paisaje, entendido éste como una realidad compleja, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo identifica como tal1. Precisamente por estar compuesta por múltiples ángulos, es posible abordarla desde diferentes especialidades, siendo la antropología la que da una mayor importancia a la imbricación entre el entorno y la cultura de los hombres y mujeres que lo habitan. A pesar de la conveniencia planteada, lo cierto es que la introducción del paisaje en el análisis de las dinámicas relacionales entre naturaleza y cultura supone la adopción de una postura teórica y metodológica que conlleva implicaciones de peso para la investigación y sus resultados. La complejidad y ambivalencia del hecho paisajístico, así como la interdisciplinariedad que ha caracterizado su abordaje científico a lo largo de la historia, nos insta como antropólogos a realizar una minuciosa selección de sus distintos fundamentos teóricos con el fin de adecuarlos a nuestros intereses disciplinarios sin dejar de atender a la capacidad integradora del concepto. Consideramos necesario, por lo tanto, el establecimiento de una línea teórica bien definida que garantice cierta operatividad en la utilización de esta potente herramienta de conceptualización, puesto que del análisis crítico de las propuestas existentes se deriva la significación atribuida al término ¿paisaje¿ en este trabajo y en base a la misma se configura el procedimiento empleado para el tratamiento y la interpretación de las informaciones obtenidas en el terreno. La tesis deriva de un trabajo etnográfico realizado en el Parque Natural de las Hoces del Cabriel, situado en la frontera entre la Comunidad Valenciana y Castilla la Mancha. Las características definitorias de este territorio lo convierten en un espacio muy apropiado para el desarrollo de un trabajo como el presente. A su carácter eminentemente rural tenemos que sumar una gran riqueza patrimonial fruto de los siglos de explotación de sus recursos naturales. Las transformaciones sufridas por el mismo en los últimos años, tanto a nivel físico como social, político y económico, lo han constituido como un referente en los procesos de activación de los recursos naturales y culturales, lo que nos permite, en cierto modo y sin la pretensión de ser generalistas, extrapolar algunas de las conclusiones teóricas aquí defendidas a territorios de similar configuración. Como iremos viendo, el paisaje resulta un constructo un tanto abstracto y de difícil abordaje si partimos de una consideración generalista del mismo. Sin embargo, sus implicaciones resultan mucho más claras cuando nos centramos en un espacio concreto, por lo que, a través de la aplicación del concepto de paisaje como categoría de análisis en esta realidad, no solo podremos comprender mejor la particular estructura y significación de las Hoces del Cabriel, sino que también pretendemos contribuir de algún modo a perfilar el concepto y su posible utilidad para los estudios antropológicos