La política falangista y la creación de una cultura de propiedad de la vivienda en el primer franquismo, 1939-1959

  1. CANDELA OCHOTORENA, JOSE
Dirigida por:
  1. Julián Sanz Hoya Director

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 06 de octubre de 2017

Tribunal:
  1. Carme Molinero Ruiz Presidente/a
  2. Ismael Saz Secretario
  3. Manuel Ortiz Heras Vocal
Departamento:
  1. HI MOD I CONT

Tipo: Tesis

Teseo: 515993 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

LA POLÍTICA FALANGISTA Y LA CREACION DE UNA CULTURA DE PROPIEDAD DE LA VIVIENDA EN EL PRIMER FRANQUISMO, 1939-1959 (Tesis de Doctorado) La cultura de la vivienda en propiedad es una institución en la población española, creada en las dos primeras décadas del franquismo. Las políticas de vivienda franquistas reflejaban los prejuicios patriarcales sobre la familia y la mujer del nacional-catolicismo, y la creencia falangista en el poder moderador de la propiedad sobre el radicalismo social. El régimen de Franco utilizó la vivienda protegida como elemento central de su propaganda social, y para encuadrar a los productores en el sindicalismo vertical. El contexto humano lo constituyó la tragedia de la emigración de posguerra. En las grandes ciudades, y sobre todo Madrid, donde la contienda había destruido gran parte del patrimonio inmobiliario, se crearon poblados chabolistas que alarmaron seriamente al Régimen. Ante la incapacidad para dar satisfacción a las necesidades de viviendas, el Gobierno reaccionó con la represión y expulsión de los emigrantes que llegaban a las ciudades, y la congelación de alquileres. Esto último retrajo a los inversores particulares, anclados en la propiedad rentista inmobiliaria, y agravó aún más el problema. José Luis de Arrese, desde la Secretaría de Falange, y José Antonio Girón, desde el Ministerio de Trabajo, impulsaron una serie de leyes de apoyo a la vivienda protegida, con la intención de crear colonias interclasistas de viviendas sociales, disfrutadas en régimen de propiedad. La reparación y construcción viviendas en la posguerra, se encontró desde el primer año con la escasez de medios. Se crearon el Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar para responder al problema de reconstrucción de las ciudades y de dar alojamiento a las nuevas familias, y la Dirección General de Regiones Devastadas para atender a la reconstrucción de las zonas rurales. Durante los años cuarenta, el régimen dio prioridad a la dotación de viviendas para sus cuadros políticos, militares y funcionarios, y convenció a grandes empresas, y al INI, para construir viviendas para productores a cambio de subvenciones. Cuando los falangistas llevaron su política de vivienda al urbanismo del Ayuntamiento de Madrid y crearon un Plan para el Gran Madrid, con la intención de integrar los suburbios de chabolas en la capital, colisionaron con los medios de negocio, representados por el alcalde Alcocer. El conflicto se resolvió con la dimisión del alcalde, dando prioridad a la propiedad sobre el alquiler, tal como decía Falange, y dejando el urbanismo al mundo de los negocios, modificando el Plan de Madrid, tal como deseaban los nuevos empresarios. Aunque las empresas inmobiliarias eran contrarias a las políticas de propiedad, las actuaciones del INV, que había entregado viviendas protegidas a productores industriales, a pagar en 50 años, revelaron que los trabajadores priorizaban el pago de la vivienda sobre otro gasto familiar; a su vez, el gobierno se mostró muy favorable al interés de los empresarios por el suelo, poniendo durante los años cincuenta grandes cantidades de terreno a su disposición. La tenencia en propiedad demostró, vía garantía hipotecaria, que era la mejor opción para los negocios. Solo entonces, la iniciativa privada entró en el campo de la vivienda social y, en pocos años, los terrenos se llenaron de torres de pisos. Los españoles del arrabal y los barrios pobres urbanos, tras una larga experiencia de infravivienda, realquiler y chabolismo, asumieron la solución al problema que les ofrecían las autoridades franquistas. Los habitantes del suburbio fueron abandonando las chabolas, conforme se construían nuevas viviendas, a pesar de la falta de servicios y urbanizaciones adecuadas, y ocuparon los bloques sin urbanizar, sin colegios, mercados ni autobuses, pero con agua y electricidad, aunque fueran precarias. Años más tarde, una nueva clase trabajadora, creada por los procesos de industrialización y nutrida por las migraciones de los años 50 y 60; se modeló a sí misma en los suburbios por la diferenciación social y el asociacionismo, fenómenos ambos impulsados por una emergente segmentación laboral y vecinal en los nuevos barrios. Esos recién llegados a la historia urbana española, asumieron el mito de la vivienda en propiedad. La conducta de los emigrantes a Europa, que invirtieron sus ahorros en la compra de pisos, la reforzó. Palabras clave: vivienda social; vivienda en propiedad; cultura franquista; familia, municipio, sindicato; cultura popular y patriarcal; mitos falangistas. Doctorando: José Candela Ochotorena Director: Doctor, D. Julián Sanz- Hoya Departamento de Historia Contemporánea; Universidad de Valencia. Valencia, junio de 2017.