Lo incondicionado en el pensamiento postmatafísico y postsecular de Jürgen Habermas

  1. Lana Tuñón, David
Dirigida por:
  1. Adela Cortina Orts Directora

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 25 de julio de 2016

Tribunal:
  1. Jesús Marcial Conill Sancho Presidente
  2. Asunción Herrera Guevara Secretario/a
  3. Lluis Oviedo Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 448339 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

Tras un siglo XX que como ningún otro nos ha ilustrado sobre el terror de la sinrazón existente, han quedado destruidos los últimos residuos de confianza esencialista en la razón. Lo cual no quiere significar que la Modernidad, que se ha vuelto consciente de sus propias contingencias, quede remitida a una razón procedimental, sino que habrá que acudir también a una razón capaz de litigar contra sí misma. La crítica de la razón es así mismo obra de la razón. Ante el estremecedor trasfondo señalado la política pierde hoy orientación, seguridad y autoconciencia, también en las sociedades de occidente articuladas en términos democráticos y de Estado de derecho. Jürgen Habermas mantiene la sospecha de que el malestar y la inquietud tienen una razón más profunda, a saber, el presentimiento y sospecha de que, bajo el signo de una política completamente secularizada, el Estado de derecho no puede tenerse ni mantenerse sin democracia radical. El proyecto de la racionalidad práctica, proyecto de cuño moderno, queda sesgado si no queda pospuesto por una concepción de la racionalidad en el ámbito de lo deliberativo o de la razón comunicativa. Para ello J. Habermas apela a la necesaria recuperación en las ciencias sociales del sentido de lo “incondicionado” sin dejar bien explícita lo que quiere decir con ello. El proyecto filosófico de Habermas, deudor de las posiciones de la izquierda hegeliana, inscrito en un momento en el que nuestra propia experiencia histórica parece haber impuesto una radical y definitiva “secularización” de la herencia “teológica” y metafísica, no puede olvidarse precisamente de su propio bagaje. Así pues, discutir sobre la composición de la conciencia moderna del tiempo es discutir de religión, metafísica e historia, para averiguar en qué consiste esa “metafísica desde dentro, trascendencia hacia el más acá”, en la base de un cuyo concepción está lo que Habermas llama una teoría “postmetafísica” de la razón. Si bien Habermas llama “postmetafísica” a una razón que, siendo la razón utópica moderna, se sabe en serio histórica a la vez que se toma en serio la historia, no queda resuelta la necesidad de acudir a “pretensiones de validez incondicionadas” que resuelven formalmente la concepción jurídica de la democracia deliberativa. La búsqueda de una identidad bien formada no puede sostenerse sobre los espurios intereses de un mundo postmodernos que no reconoce los valores contraídos por la fuerza de la historia y su cultura. De ahí que nos podamos preguntar si puede regresar lo que nunca se fue. En el mismo momento en que la cultura de masas parece haber colonizado hasta el último rincón del imaginario humano, comprobamos que el mundo actual recurre a cosmovisiones que plantean la necesidad de postular valores que concluyan en un proyecto globalizador de justicia social. Es la apuesta por una razón experiencial inclusiva la que nos posibilita la construcción de democracias liberales que retomen el proyecto moderno sin pretensiones sesgadas ni ideológicas, que trabajen por el reconocimiento de la dignidad de la persona como proyecto universal de una ética cívica transnacional. La revisión de la obra de Jürgen Habermas desde la óptica del pensamiento de Adela Cortina entre otros, supone una avance en el proyecto de democracias deliberativas para sociedades plurales como las nuestras.