L’esilio antifranchista e l'antifascismo italianole relazioni tra José Martínez, Ruedo Ibérico e l’azionismo torinese

  1. BOTTAI, ALESSIO
Dirigida por:
  1. Brunello Mantelli Director/a
  2. Ismael Saz Codirector

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 10 de junio de 2016

Tribunal:
  1. Alfonso Botti Presidente/a
  2. Julián Sanz Hoya Secretario
  3. Àngel Duarte Montserrat Vocal
  4. Carmelo Calabrò Vocal
Departamento:
  1. Història Moderna i Contemporània

Tipo: Tesis

Resumen

"Síntesis L’esilio antifranchista e l'antifascismo italiano. Le relazioni tra José Martínez, Ruedo ibérico e l’azionismo torinese. Esta investigación tiene como objeto la historia de las relaciones que se mantuvieron durante más de dos décadas entre un grupo de intelectuales italianos, pertenecientes sobre todo a los azionisti, y algunos exponentes del antifranquismo español. Más específicamente, la tesis se centra en las relaciones activas de solidaridad humana y política que vincularon un círculo de intelectuales de Turín - que habían pasado a través de la experiencia del movimiento Giustizia e Libertà (GL), antes, y del Partito d’Azione (PdA), después - y José Martínez, director de la editorial Ruedo Ibérico. En Turín un importante papel fue interpretado por Giorgio Agosti, quien, durante los años inmediatamente posteriores a la “Resistenza”, tras dejar la jefatura de policía de Turín (en 1948) y su puesto de fiscal en el Poder Judicial (en 1950), se embarcó en una carrera directiva en la Società idroelettrica piemontese (SIP). Desde el comienzo de los años cincuenta se dedicó cada vez más a la actividad cultural, en particular, como organizador de la Associazione Giustizia e Libertà y como colaborador de la revista mensual “Resistenza. Notiziario Gielle”. En su actividad fue impulsado por la necesidad de mantener viva y activa la herencia de la Resistenza y el antifascismo. En 1961 fue uno de los fundadores del Centro Studi Piero Gobetti, y fue uno de los colaboradores más activos, con Franco Antonicelli, Norberto Bobbio, Alessandro Galante Garrone, Aldo Garosci, Alessandro Passerin D'entreves y Franco Venturi, entre otros. El centro fue creado en la casa de Piero Gobetti, por iniciativa de la viuda de Piero, del hijo Paolo y de la nuera Carla Nosenzo. Allí Agosti hizo transferir el archivo del Istituto Storico della Resistenza, del cual fue uno de los fundadores, con Franco Antonicelli y Alessandro Galante Garrone. A principios de los años sesenta el mensual del grupo azionista, que se había cambiado el nombre con el de “Resistenza. Giustizia e Libertà"", se dirigió cada vez con mayor interés a la actualidad política europea y mundial. Esto sucedió en correspondencia, entre otras cosas, con la actitud generalizada de solidaridad hacia los pueblos protagonistas de la descolonización, como Argelia, Angola y con la experiencia revolucionaria cubana. En la actividad editorial, Agosti se interesó especialmente a los regímenes dictatoriales ibéricos, particularmente al español, ayudado por Aldo Garosci, que había participado en la Guerra Civil, en las formaciones de Giustizia e Libertà con Carlo Rosselli. Después de la guerra continuó a ocuparse de su experiencia en España y, más en general, mantuvo un fuerte interés por la situación política española. El régimen de Franco, único régimen del fascismo europeo que sobrevivió a la Guerra Mundial junto con el régimen portugués, representaba para los italianos antifascistas, que habían luchado en Italia y en Europa por la Liberación, una injusticia que clamaba venganza. Este grupo de intelectuales de Turín involucró en sus actividades a los redactores de “Il Ponte"", revista cercana al círculo azionista de Florencia, y juntos dieron lugar a iniciativas de solidaridad hacia los antifranquistas españoles y se prodigaron en algunas actividades editoriales que tuvieron como objetivo informar sobre la situación española. Esta investigación intenta reconstruir la ‘solidaridad activa’ del grupo de Turín y sus relaciones con dos antifranquistas, el socialista Miguel Sánchez-Mazas y el anarquista José Martínez. Los acontecimientos que se relatan se sitúan entre 1961 y 1986. El año 1961 fue el de la fundación del Centro Studi Piero Gobetti y de la editorial Ruedo Ibérico dirigida por Martínez. Con el tiempo la editorial de París se convirtió en expresión - también a través de su revista, “Cuadernos de Ruedo Pagina Ibérico” - de una cultura antifranquista muy heterogénea. El director era un anarquista poco ortodoxo, mientras que los otros fundadores y colaboradores venían de diferentes ideologías y experiencias políticas (comunismo, republicanismo, nacionalismo catalán, socialismo). Entre 1962 y 1963 los dos grupos, el parisino y el de Turín, se pusieron en contacto. Las relaciones entre algunos exponentes del grupo de Turín con Martínez llegaron a ser, con el tiempo, muy estrechas y de carácter amistoso: en particular, entre Giorgio Agosti y Franzo Grande Stevens, por un lado, y Martínez, por el otro. Su apoyo a la actividad editorial del editor anarquista es objeto de un análisis detallado. El objetivo es narrar los acontecimientos y, al mismo tiempo, explicar las razones de esta relación intelectual que unió hombres con historias diferentes, provenientes de mundos ideológicos lejanos entre sí, pero que encontraron en el antifranquismo un ideal común. El primer capítulo, titulado “Il Movimiento Libertario Español nell’exilio e nell’interior: la scissione tra posibilistas e ortodoxos (1945-1961)”, trata de la historia del movimiento libertario español desde 1939 hasta 1961. Este período fue marcado por tres factores esenciales. Dos de ellos fueron comunes a todos los grupos políticos de oposición al franquismo; uno fue específico del movimiento libertario. Los dos primeros fueron la fuerte represión de la oposición en España y el exilio de gran parte de ella, a partir de 1939. Estos dos factores llevaron como consecuencias, para el movimiento libertario, así como para otros grupos de oposición, el encarcelamiento y la eliminación de un gran número de militantes que se habían quedado en España, y al mismo tiempo la formación de dos oposiciones: la que permaneció en España, la clandestinidad, y la oposición activa afuera de las fronteras del país, el exilio. En el movimiento libertario, como se ha destacado en el primer capítulo, se añadió la división en dos corrientes en conflicto entre ellas, tanto dentro de la clandestinidad como en el exilio. Se formó la corriente ‘posibilista’ dispuesta a colaborar con otros partidos y grupos antifranquistas, y la ‘ortodoxa’, hostil a esta política en nombre de la ortodoxia anarquista. Esta larga introducción sobre el período de 1939 a 1961, que está fuera del plazo temporal de la tesis, ha sido necesaria por tres razones. En primer lugar parecía apropiado para el autor fijar algunas etapas fundamentales en la historia del movimiento libertario. En segundo lugar se ha considerado útil dedicar un amplio espacio a este tema, poco explorado por la historiografía italiana. Finalmente, porque uno de los principales protagonistas de la investigación, Martínez, fue un libertario madurado como activista en España (hasta 1948) y en el exilio parisino (a partir del 1948 en adelante). Esta experiencia y, en particular, la controversia generada por las dos corrientes, marcó profundamente su militancia. Él, sin dejar de ser libertario, fue promotor de una editorial y de una revista abiertas a otras ideologías políticas. El segundo capítulo trata de la editorial Ruedo Ibérico. Creada en 1961 en París, publicó más de 120 libros, entre ellos varios importantes ensayos historiográficos, que los lectores de lengua española pudieron leer por primera vez. En este capítulo se han utilizado, además de todo lo publicado por la editorial, la biografía de Albert Forment sobre Martínez y los artículos de Aránzazu Sarría Buil, así como algunos documentos descubiertos por quien escribe en el archivo de la editorial, ubicado en el International Institute of Social History de Amsterdam. La editorial se mantuvo independiente de todos los movimientos y partidos antifranquistas, no consiguiendo de ellos por lo tanto ninguna financiación o ayuda económica. Esto, por una parte, le garantizó una mayor libertad de pensamiento y de estrategia editorial; sin embargo, por otro lado, la obligó desde los primeros tiempos a convivir con una inestabilidad económica. Se ha destacado cómo esto había llevado en varias ocasiones a la pequeña editorial cerca del cierre, y cómo, a pesar de más de un centenar de libros publicados durante toda su actividad, muchos proyectos naufragaron por dificultades financieras. Sin embargo Martínez se demostró, a lo largo de los años, capaz de crear relaciones y de obtener fondos para sus proyectos editoriales. La primera parte del segundo capítulo se adentra en el debate historiográfico sobre la disidencia intelectual y la censura. La disidencia intelectual fue, en sí misma, en un régimen dictatorial como el que gobernó España durante casi cuatro décadas, un factor poderoso en la erosión de la legitimidad del mismo régimen. En este sentido, la presencia de Ruedo Ibérico en la historia de la cultura y de la politica española fue de particular importancia, especialmente durante el último período del franquismo. Dos son las dimensiones de interés de Ruedo Ibérico: una es la del exilio, espacio o lugar donde es catalogado junto a otras editoriales; la otra es la oposición dentro de España, que la editorial fortaleció con sus publicaciones. En mi opinión, en los últimos treinta años no ha habido una reflexión profunda sobre Ruedo Ibérico por parte de la historiografía que se ha ocupado de la oposición al franquismo, ya que ésta prefirió el estudio de las organizaciones políticas y sindicales. Conocimientos interesantes y nuevas contribuciones han llegado principalmente de los estudios sobre el exilio. Como consecuencia de estos estudios, surgió lo que hoy es, probablemente, el más preciso de los estudios sobre el exilio español en territorio francés, acompañado de una interesante bibliografía. Y, sobre todo, respecto al ámbito de interés de esta investigación, son estas iniciativas las que han ofrecido un espacio y una colocación de algunas obras dedicadas a la historia de Ruedo Ibérico. Martínez fue la figura central, verdadero creador y alma del proyecto editorial de Ruedo Iberico. Dentro de la escena editorial del exilio francés el trabajo propuesto y luego ejecutado por parte de Ruedo Ibérico fue la primera manifestación de una expresión política no vinculada a un partido, lo cual la diferenciaba de la tendencia dominante en el exilio desde 1939. El antifranquismo del grupo fundador fue el elemento común, pero el desafío de estos amigos era ser independientes y disponibles a dar espacio a las diferentes tendencias ideológicas que coexistían dentro del grupo y, extendiéndolo fuera de éste, dentro de la oposición. Antifranquismo, apertura ideológica, independencia de los partidos políticos, fueron las principales características de la editorial. Los fundadores, pero sobre todo Martínez, reconocían la importancia de su proyecto editorial, tanto desde un punto de vista cultural como desde un punto de vista político: cultural porque tenían la oportunidad de entrar en el mundo de la edición en aquel entonces en expansión y con un mercado que resultó favorable; político porque tenían en cuenta las dificultades en las cuales se encontraba la oposición, en particular los partidos tradicionales, y de ahí vieron la necesidad de crear instrumentos eficaces de expresión, capaces de reunir a las oposiciones presentes en España y en el exilio, y de satisfacer las crecientes expectativas de las nuevas generaciones. Por estas razones, desde su fundación, Ruedo Ibérico estaba destinado a convertirse en un puente de comunicación entre el interior y el exterior, y en una plataforma de discusión en la que el problema español fuera el principal centro de interés. Uno de los principales objetivos de Ruedo Ibérico, desde sus inicios, fue proporcionar al lector español y al no español una reflexión sobre la historia reciente de España, en particular, sobre la historia de la Guerra Civil, que tuvo una importancia central para el régimen franquista, ya que la victoria de marzo de 1939 representó el inicio del régimen. La lectura que los ganadores dieron de la guerra legitimó el régimen. El objetivo de Martínez era proporcionar al lector los elementos necesarios para formarse una visión más completa y crítica de la guerra, más allá de las versiones oficiales y de las reconstrucciones partidistas. Se analiza en detalle la producción de la editorial en sus veinte años de actividad, con especial atención a algunas obras de gran interés historiográfico: por ejemplo el libro colectivo España hoy, dedicado específicamente a las motivaciones del conflicto social que estalló en la primavera de 1962, pero más en general a la represión, a los intentos de demolición y sucesión del régimen, al papel de la Iglesia, a la situación de la oposición y a las estrategias de los partidos y de los sindicatos. Una constante en la historia de Ruedo Ibérico fue la búsqueda de ayudas financieras procedentes de distintas partes, a excepción de los partidos políticos en el exilio. Para Martínez, de hecho, era esencial que la editorial conservase su carácter de total independencia. Las formas de ayudar concretamente a la actividad editorial eran tres: convertirse en socios de la empresa, financiar los gastos de distribución y, por último, contribuir a los costes de publicación de libros. Al finalizar la dictadura a Martínez le llevó más de un año para poder obtener el pasaporte. Se produjo una verdadera y cruel paradoja en esos años: Ruedo Ibérico, fue uno de los proyectos que con mayor calidad y seriedad luchó contra la dictadura de Franco, pero al caer el régimen fue víctima de ese mismo cambio que había contribuido a producir. A su regreso a España no recibió ningún reconocimiento por su contribución a la causa del antifranquismo durante los años del exilio en París. Muchos de sus ex compañeros en ese entonces estaban colocados dentro de los partidos protagonistas de la transición hacia la democracia, como el PSOE. En los últimos años, especialmente desde 1982, cuando cesó totalmente la actividad de la editorial, Martínez se retiró de la vida pública y entre muchas dificultades encontró trabajo en algunas bibliotecas. Ya había pasado la época del protagonismo de la editorial del exilio y el director de Ruedo Ibérico vivía en soledad. En esos años Martinez desarrolló la idea de dejar el enorme archivo de la editorial a algún instituto donde pudiese estar a disposición de estudiosos interesados en la reconstrucción de una parte de la historia del exilio y de la oposición al franquismo y, al mismo tiempo, poder así dedicarse al estudio de la historia de los grupos de oposición antifranquista. En los años siguientes propuso al International Institute of Social History la adquisición de su archivo a cambio de una beca para financiar la investigación que tenía la intención de realizar. El ex director de Ruedo Ibérico y el International Institute of Social History firmaron el contrato en 1983, pero su investigación no llegó nunca a terminarse, debido a la muerte inesperada y prematura de Martínez, cuyo cuerpo fue encontrado en su casa de Madrid el 20 de marzo de 1986. El tercer capítulo, titulado ""L’ambiente azionista torinese e la solidarietà nei confronti della causa spagnola: José Martínez e Miguel Sanchéz-Mazas a Torino"", reconstruye, a través de un estudio de casi dos años, las relaciones de cooperación y amistad entre los antifascistas de Turín, de matriz azionista, y Martínez. Durante la investigación hemos encontrado una interesante correspondencia de 1960 a 1961, entre Giorgio Agosti y Miguel Sánchez-Mazas, militante socialista en exilio, que ha mostrado una profunda relación de cooperación y solidaridad, como veremos más adelante. Para aclarar las motivaciones que llevaron a este grupo de intelectuales del área azionista a apoyar el antifranquismo es necesario referirse a la herencia cultural, moral y, en un sentido más amplio, a la experiencia politica: es decir, la lucha clandestina contra el fascismo en el movimiento de Giustizia e Libertà (GL), nacido en 1929 alrededor de un grupo de antifascistas exiliados y posteriormente, la lucha por la liberación contra el nazismo y el fascismo, dentro del Partito d’Azione (PdA). El PdA tuvo, como sabemos, una vida relativamente corta, desde 1942 hasta 1947 y había recuperado unas cuantas instancias del movimiento GL, activas en los años treinta. El antifascismo de los años treinta, con la participación a la guerra civil en España por un grupo de miembros de GL, representó un significativo precedente político y cultural del PdA, que en 1947 dejó de existir. A la disolución del partido siguió una verdadera diáspora política de sus militantes, así las trayectorias individuales se diferenciaron. Los azionisti se quedaron sin representación política y trabajaron de manera más individual y sin partido. Su pasión política se manifestó en el continuo interés por la política, en la batalla cultural llevada a cabo por las páginas de periódicos y revistas, en el ámbito académico y profesional, en la fundación de institutos históricos de la Resistencia y círculos culturales. Tras la desaparición del PdA gran parte de ellos entró en el Partito Socialista Italiano (PSI) y en los partidos laicos y democráticos, mientras que otros, incluso el grupo de Turín que se reunió alrededor de Norberto Bobbio, Alessandro y Carlo Galante Garrone, Giorgio Agosti, Dante Livio Bianco y el grupo florentino de Tristano Codignola y Piero Calamandrei, se negaron a adherir a los principales partidos de la izquierda dedicándose a participar en asociaciones y revistas de cultura política. La Associazine Giustizia e Libertà fue fundada en Turín en 1946, con su revista titulada “Resistenza. Giustizia e Libertà”, por iniciativa de los azionisti de Turín y Piamonte; la revista florentina “Il Ponte” fue fundada en 1945, con el objetivo de mantener y potenciar la publicación mensual de batalla político-cultural del período anterior. “Il Ponte” y “Resistenza. Giustizia e Libertà” fueron unas de las pocas revistas del área política del PdA que lograron superar los años críticos de 1946 a 1948, llegando a crecer en número de suscriptores, lectores, empleados y consolidando su posición como parte de la crítica cultural y política. La existencia de estas dos áreas del azionismo culturale, la de Turín y la de Florencia, y la fructífera relación entre ellas han sido reconocidas por la historiografía como elemento central del proceso de conservación y valorización, después de la guerra, del patrimonio ideal y cultural del Partito d’Azione. Desde el número 1 de enero de 1961, “Resistenza. Giustizia e Libertà” amplió su interés y pasó a ocuparse también de la actualidad, no sólo de la situación italiana, sino también de los regímenes fascistas y dictatoriales del mundo. En particular, empezaron a demostrar un creciente interés por la situación española en las páginas del mensual, por obra de Giorgio Agosti y Aldo Garosci. La segunda parte del tercer capítulo trata de la revista “Resistenza” con un enfoque sobre los artículos dedicados a la situación española, resultados sobre todo de la colaboración entre Giorgio Agosti y Miguel Sanchez-Mazas. Miguel era un socialista en exilio en Ginebra, y era uno de los hijos de Rafael Sánchez Mazas (amigo de José Antonio Primo de Rivera, uno de los fundadores de la Falange y ministro en varios gobiernos de Franco). Miguel Sánchez-Mazas en 1955, a los 26 años, consiguió el premio Menéndez Pelayo del CSIC por su trabajo científico Fundamentos matemáticos de la lógica formal, que fue publicado sólo ocho años después en Venezuela. Al año siguiente, después de participar con un papel principal en los disturbios estudiantiles de la Universidad de Madrid, fue obligado a exiliarse. Miembro de la Delegación exterior de la Agrupación Socialista Universitaria (ASU) y afiliado a la UGT y al PSOE en Ginebra, escribió y distribuyó varios panfletos sobre la situación social y económica española. Promovió el socialismo español desde el exilio, a través de la denuncia internacional del franquismo, en particular a través de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En 1960 entró en contacto con Agosti y los dos comenzaron una colaboración profunda y productiva, lo que condujo a la publicación en la revista ""Resistenza"" de numerosos artículos que Sánchez-Mazas le proporcionaba. En particular, el número de enero de 1961 fue dedicado a España. Con esta edición especial sobre España Agosti apuntaba a crear un primer contacto con aquellos lectores potencialmente interesados en la situación española, pero mal informados por la prensa italiana en general. El proyecto, si su predicción hubiera sido confirmada por las ventas y por una respuesta positiva de los lectores, habría consistido en seguir publicando en la revista informaciones sobre el país ibérico. En el proyecto de Agosti, el número de enero de 1961 publicado por la revista de Turín constituía un episodio de una operación más amplia de información sobre España en Italia, con la esperanza que también otras revistas participaran. Una de las etapas fundamentales hubiera sido la colaboración con “Il Ponte”. La posición de clara solidaridad con el antifranquismo se reafirmó en el editorial titulado Un cancro per l’Europa, donde la dictadura de Franco fue descripta como una amenaza para la democracia en Europa. Mientras tanto en aquel momento en el entorno de Giorgio Agosti se estaban preparando otras iniciativas. En junio y julio de 1961 el grupo de “Cantacronache” llevó a cabo un viaje a España para recoger los textos y la música de las canciones de la Guerra Civil y de la resistencia contra el franquismo. La “Gazzetta del Popolo”, un periódico de gran difusión nacional, publicó una serie de artículos de Angelo Del Boca sobre España. Fue un período muy intenso y lleno de iniciativas: el 16 de febrero de 1961 fue inaugurado oficialmente el Centro studi Piero Gobetti y en aquellos mismos días Agosti encontró Del Boca, que regresaba de España, para hablar de las iniciativas que había que coordinar sobre el tema España. Tras la reunión con Del Boca había aumentado la conciencia de la importancia de la acción de solidaridad a favor de la resistencia española, y quedó claro que se debía continuar con la constitución de un Comitato per la difesa delle libertà democratiche in Spagna. Las áreas progresistas y democráticas italianas organizaron algunas iniciativas públicas contra la España de Franco, como las manifestaciones que se celebraron en Roma. Allí intervino entre otros Garosci y recalcó que la resistencia al fascismo en los años treinta se inició en España y que era necesario que los jóvenes supiesen y los mayores recordasen esta verdad histórica. La última parte del tercer capítulo está dedicada al encuentro de Martínez con el grupo azionista de Turín. A pesar de que se había interrumpido la colaboración con Sánchez Mazas, Agosti no se había desanimado y no abandonó su lucha contra el franquismo. A través de las páginas de la publicación mensual, de la que fue uno de los redactores más activos, continuaba a escribir sobre la situación española. Mientras tanto un acontecimiento contribuyó a despertar en Agosti el interés por España. En 1962 entró en contacto con un fascinante y simpático editor español que vivía en París, José Martínez, con el que en los años siguientes se habría formado una amistad profunda que duró más de dos décadas, hasta la muerte de este último en 1986. La editorial, con sede en París, era independiente de los partidos de oposición al franquismo, y por esta razón no recibió ninguna financiación de ningún partido o sindicato. Este factor, por un lado, garantizó mayor libertad de pensamiento y de actividad, aunque, por otro, obligó desde los primeros tiempos a vivir con el problema de la financiación de los varios proyectos editoriales. En el segundo capítulo ya hemos señalado que esto llevó en varias ocasiones a la pequeña editorial cerca del cierre. El encuentro entre Martínez y dos de los principales miembros del grupo “Cantacronache”, Sergio Liberovici y Michele Straniero, tuvo importantes consecuencias. Fue gracias a estos primeros contactos con el grupo antifascista de Turín y al activismo de estos intelectuales que el editor comenzó a frecuentar el Centro studi Piero Gobetti entrando en contacto con Agosti y, a través de él, con Franzo Grande Stevens. Entre los tres nació una profunda amistad, a la que participaron incluso su esposa, Maria Luisa Castellani, el abogado Franzo Grande Stevens y su esposa Giuliana Greco. La amistad entre el español y las dos parejas de amigos continuó durante más de dos décadas, hasta la muerte de Martínez en marzo de 1986. El editor había notado que en Italia, en ciertos círculos de intelectuales, había un fuerte interés por la situación española y trató de ponerse en contacto con ellos y establecer relaciones para seguir adelante con varias iniciativas editoriales. En Turín conoció tanto al abogado Franzo Grande Stevens, como a Giovanni Pirelli. Grande Stevens conoció a Martinez a través de Agosti. Con ambos el español llegó a un acuerdo beneficioso para un préstamo que permitía cubrir los costos de publicación del libro España hoy. Agosti con el tiempo se convirtió en el principal agente de Ruedo Ibérico en Italia y trabajó para promover la distribución de las publicaciones de la editorial y ayudando al amigo español a construir una red de relaciones con importantes editores italianos y con hombres de la burguesía de Turín, interesados en la lucha de la oposición española contra Franco y capaces de apoyar financieramente proyectos editoriales. En aquellos días el editor fue muy activo. Se puso en contacto con Aldo Garosci, con Paolo y Carla Gobetti. El resultado seguramente más importante fue el compromiso de Agosti y Grande Stevens para apoyar económicamente la publicación de España hoy. Los libros de la editorial eran generalmente impresos y publicados en París y de allí introducidos en España. España hoy fue impreso en Turín por la tipografia Toso y compaginado por la Industria Libraria Tipografica Editrice (Ilte), de la que era entonces director general Ernesto Postiglione, amigo de Grande Stevens. El interés del abogado Grande Stevens por el amigo español fue inmediato y nunca cesó; de hecho él también, junto con Agosti, siguió y ayudó en varias ocasiones al editor anarquista. En Italia el libro circuló gracias a la distribución de los dos colaboradores en Turín que lo enviaron a amigos e intelectuales de Turín y de otras ciudades italianas. Agosti y Grande Stevens se dedicaron a la distribución aprovechando de la red de amistades del Centro studi Piero Gobetti y se esforzaron para asegurar que las revistas y los periódicos italianos albergasen las reseñas del libro, con la esperanza de que todo esto despertase nuevo interés entre el público italiano y que contribuyese a dar nueva energía a las actividades de solidaridad a favor del antifranquismo español. Durante el mismo período se pone en marcha el mecanismo que habría llevado a la publicación de la edición especial de ""Il Ponte"" en diciembre de 1964, titulado Spagna quando?, que recogió una selección de algunas de las páginas más significativas de España hoy, manteniendo el orden cronológico y el intento informativo. La cooperación con los amigos de Turín llevó a la publicación de Horizonte Español 1966, obra en dos volúmenes, nacida como suplemento de la revista “Cuadernos de Ruedo Ibérico”. Uno de los legados más importantes de la actividad de solidaridad a España por parte de Agosti fue el enriquecimiento de la “Sezione Spagna” conservada todavía hoy en el Centro Gobetti. Se trataba de una colección heterogénea de revistas, periódicos, libros y otros materiales provenientes del país ibérico y del exilio político español. Agosti, quien dirigía esta actividad, a menudo recurrió a la ayuda de su amigo editor que podía hacerle obtener libros y revistas españoles. El objetivo del Centro studi Piero Gobetti fue crear un archivo, una hemeroteca y una biblioteca que pudiesen ser consultados por quien fuese interesado en la historia de la guerra civil española y de la dictadura de Franco. Martínez también contribuyó a la expansión de la ""Sezione Spagna"" con el envío de revistas, libros y con continuas sugerencias al amigo Agosti. Los dos amigos compartían el interés en el tema de la conservación de las revistas, sobre todo en los pequeños periódicos de oposición al franquismo. La mayoría de estas revistas, a menudo mimeografiadas, se habían perdido. El editor fue muy cuidadoso en su obra de conservación y de este modo ayudó a rescatar mucha documentación proveniente de la oposición en exilio y en España. Por esta razón su archivo personal, que se conserva en el International Institute of Social History de Amsterdam, incluye una importante colección de revistas y folletos, algunos de los cuales muy raros. Durante sus viajes a Turín (y a otras ciudades de Italia) el editor se puso en búsqueda de fotografías y carteles políticos para enriquecer su colección de documentos sobre la guerra civil y la dictadura. La atención a la colección y catalogación de este material derivó de la circunstancia de ser participante y testigo de importantes acontecimientos desde una posición de privilegio: en patria anteriormente al 1948, pero principalmente en el exilio en París, desde 1961. Su intención era conservar a medida de lo posible memoria del exilio antifranquista y de la oposición a la dictadura. En este sentido hubo continuidad entre su trabajo como editor de libros de actualidad sobre el franquismo y sobre la historia reciente de España, especialmente sobre la guerra civil, y su actividad como ‘conservador de memoria’, que inevitablemente se ha reflejado en la riqueza de su archivo en Amsterdam. Este intercambio de documentación entre Martínez y el Centro studi Piero Gobetti, como hemos visto, no fue unilateral. Si bien es cierto que muchos de los libros de la “Sezione Spagna” vinieron de la editorial parisina (publicados o distribuidos por ella), es igualmente cierto que algunos materiales, especialmente aquellos de carácter ilustrativo, sobre los que se habían basado algunas obras importantes de Ruedo Ibérico (como el Diario de Koltsov, España hoy, Horizonte español 1966, Horizonte español 1972, por nombrar algunos) venían del Centro studi Piero Gobetti. La colaboración que se estableció durante los años Sesenta y Setenta dio resultados duraderos desde el punto de vista editorial y de los archivos. La correspondencia entre Martínez y Agosti es de mucho interés si se interpreta como una plataforma de discusión política. Las reflexiones sobre la política y el intercambio de opiniones sobre la actualidad procedieron juntas con las acciones concretas y con los proyectos que los dos amigos llevaban adelante. En las cartas se trataba sobre todo de España e Italia, pero también de Israel y Palestina, de la politica exterior de los Estados Unidos y de la URSS, de la guerra de Vietnam, entre otros. Estas numerosas y largas cartas son una excelente fuente, junto con otras, para entender lo que pensaban estos dos hombres del mundo contemporáneo. La amistad de los “azionisti” de Turín hacia el editor nunca decreció. Los amigos de Turín mostraron atención y solidaridad hacia Martínez en muchos momentos de su vida: la campaña de solidaridad y de recaudación de fondos en ayuda de Ruedo Ibérico tras el ataque que afectó a la editorial en octubre de 1975; el proyecto que involucró Paolo Gobetti (director del Archivio Cinematografico Nazionale della Resistenza, en Turín), Martínez y Freddy Gómez y que condujo a la colección de una serie de entrevistas con ex combatientes, en su mayoría españoles, residentes en España o en exilio; el apoyo durante la negociación que llevó al editor a entregar su archivo personal y el archivo de Ruedo Ibérico al International Institute of Social History de Amsterdam; la invitación a participar en las conferencias celebradas en Italia y precisamente en Cuneo y en Turín, en los años Ochenta. De hecho en noviembre de 1982 Martínez participó en el congreso titulado “Fascismo oggi”, en el Istituto della Resistenza di Cuneo, donde dio una conferencia sobre el tema de la nueva derecha; en mayo de 1984 en Turín, intervino en la conferencia titulada “La guerra di Spagna: dalla memoria storica alla lezione attuale” con un discurso sobre los recuerdos de la Guerra Civil, especialmente los de su área cultural y política de referencia: el movimiento libertario. Cuando en 1977 la editorial se trasladó a España con el nombre de Sociedad Ibérica de Ediciones y Publicaciones (IEPSA), los amigos de Turín esperaban que Martinez pudiese superar las dificultades financieras con las que había luchado durante el largo exilio. Sin embargo, a su regreso en patria el editor no encontró ningún reconocimiento por su trabajo y con el tiempo empezó a sentirse muy insatisfecho de como España gobernaba la Transición a la democracia. Desde un punto de vista personal, la decepción por la política española se sumaba a las dificultades editoriales. En pocos años lo que había sido una de las principales plataformas de la oposición al régimen de Franco desde el exilio en París y que había sido capaz de dar voz a la disidencia dentro de la misma oposición, se convirtió en una editorial contracorriente. Su crítica a la Transición democrática la colocó en una posición marginal. Esta posición, minoritaria en la izquierda española en aquella época, condujo al editor y a la editorial a una posición muy lejana de los lugares de poder y, en consecuencia, a un progresivo aislamiento, al final de los años setenta y principio de los ochenta. La editorial publicó los últimos libros en 1982 y su vida legal cesó en diciembre del mismo año. La biblioteca de Ruedo Ibérico en París fue vendida para pagar las deudas que se habían acumulado en los últimos años. Durante los dos años siguientes Martínez continuó yendo periódicamente a Italia para visitar a sus dos amigos, Agosti y Grande Stevens. Este último, en particular, le ayudó económicamente para la compra y renovación del apartamento donde vivía en Madrid. La relación epistolar de más de veinte años entre Martínez y Agosti continuó hasta la muerte repentina del editor, en marzo de 1986. "