La soledad de las mujeres mayores que viven solas
- Donio Bellegarde Nunes, Monica
- Sacramento Pinazo Hernandis Directora
- Anita Liberalesso Neri Codirector/a
Universitat de defensa: Universitat de València
Fecha de defensa: 21 de d’abril de 2017
- Rosa Redolat Iborra Presidenta
- Andrés Losada Baltar Secretari/ària
- José Javier Yanguas Lezaun Vocal
Tipus: Tesi
Resum
España está entre los países más envejecidos del mundo y así como ocurre en otros países, los datos muestran una feminización del proceso de envejecimiento poblacional. Investigaciones recientes indican la preferencia de los españoles mayores por vivir en sus propias viviendas frente a mudarse a la casa de sus familiares o ser institucionalizados. A raíz de estos cambios sociodemográficos, se viene notando una creciente tendencia de los hogares unipersonales encabezados por personas mayores. Al ser más longevas, las mujeres tienen más probabilidad de vivir solas durante más años que los varones mayores. Desde el modelo de discrepancia cognitiva, la soledad es una sensación desagradable resultante de una discrepancia entre los niveles de contacto social deseado y la realidad que la persona ha logrado conquistar. Por lo tanto, la experiencia de soledad depende de una valoración subjetiva de la persona sobre sus relaciones sociales. Según Weiss (1983), hay dos tipos de soledad. La soledad del aislamiento emocional es la respuesta subjetiva a la falta de una figura generalizada de apego; la soledad del aislamiento social resulta de la pérdida de roles sociales (viudedad, jubilación, etc.) y la consecuente pérdida de contacto con las personas con quienes uno compartía sus preocupaciones. A más edad aumenta la probabilidad de que uno esté o viva solo debido a eventos normativos y comunes en la fase más avanzada de la vida, pero eso no significa que todas las personas mayores que están o que viven solas se sientan solas. Los grupos de mayor riesgo de sentirse solos son: mujeres, personas más mayores, sin una pareja confidente, que viven solos, con niveles más bajos de estudios y de ingresos económicos. Además, se ha detectado una importante asociación negativa de la soledad con la percepción de apoyo social recibido por las personas mayores. El objetivo general del estudio fue identificar la prevalencia del sentimiento de soledad y los factores que influyen en los sentimientos de soledad en mujeres mayores de 60 años. El estudio tuvo un diseño de metodología cuantitativa transversal. Los criterios de inclusión fueron: género femenino, tener 60 o más años de edad, vivir solas en la ciudad de Valencia y ser usuarias de un servicio privado de teleasistencia. La muestra estuvo compuesta por 267 mujeres, con edad media de 82,76 años (DT = 4,74). Se utilizó un instrumento compuesto por cuestionarios y escalas validadas, que fue aplicado a través de encuestas telefónicas. Se midieron variables sociodemográficas, conocimiento y uso de servicios de apoyo social formal, salud percibida, movilidad en el espacio de vida, frecuencia de contacto con la familia, satisfacción con la vida, tamaño de la red social y aislamiento social. Para evaluar la presencia y la intensidad de los sentimientos de soledad, se utilizó la de Jong Gierveld Loneliness Scale. Los resultados del estudio muestran que efectivamente la soledad está más presente en el colectivo entrevistado que en otros grupos de personas mayores. Se ha comprobado que las características sociodemográficas juegan un papel menos importante que las variables psicosociales a la hora de explicar la varianza de soledad. Se confirmaron fuertes asociaciones entre la soledad y la salud, el tamaño de la red social, la frecuencia de contacto con los familiares y la satisfacción con la vida. Por lo tanto, concluimos que estas son condiciones claves que contribuyen al aumento o la disminución de sentimientos de soledad en mujeres mayores que viven solas. Palabras-clave: soledad, mujeres mayores, vivir sola