Somnolencia y fatiga materna en los primeros años de crianza y ejecución en la conducción evaluada en simulador

  1. Sánchez García, M. Mar
Dirigida por:
  1. Pedro Miguel Valero Mora Director
  2. Eva Carvajal Roca Codirector/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 29 de junio de 2017

Tribunal:
  1. Carmen María Urios Presidente/a
  2. Inmaculada Coma Tatay Secretaria
  3. José Salvador Solaz Sanahuja Vocal
Departamento:
  1. MET.CIEN.COMP.

Tipo: Tesis

Teseo: 487054 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

RESUMEN DE LA TESIS DOCTORAL Somnolencia y fatiga materna en los primeros años de crianza y ejecución en la conducción evaluada en simulador El nacimiento de un bebé y la crianza posterior durante la primera infancia supone un considerable esfuerzo para madres y padres, que provoca cambios profundos en la familia, tanto si se trata del primer hijo/a como de la incorporación de un nuevo miembro más a la familia. Un bebé recién nacido necesita atención constante por parte de sus cuidadores, y los padres deben responder a las intensas demandas de cuidado que requiere, sobre todo porque el bebé no tiene un ritmo circadiano establecido, su sueño se distribuye a lo largo del día y de la noche en periodos cortos, y necesita alimentarse con frecuencia, además de atender a otras necesidades como higiene, llanto, etc. Como consecuencia de éstas demandas de cuidado, el sueño de los padres se reduce considerablemente (Gay et al., 2004; Hunter et al., 2009), los padres experimentan una carencia de sueño y alteraciones del mismo con frecuentes despertares nocturnos y una peor calidad del sueño, lo cual provoca una sensación de somnolencia y fatiga que acaba afectando a las actividades de la vida diaria. Tanto los padres como las madres describen la experiencia de la paternidad/maternidad como abrumadora (Nyström & Öhrling, 2004), y las tareas de cuidado del bebé y la gestión de la vida familiar como física, mental y emocionalmente exigentes (Giallo et al., 2011). Sin embargo, las investigaciones señalan que son las madres, en mayor medida que los padres, las que experimentan un mayor nivel de fatiga (Cooklin et al., 2012; Fawcett & York, 1986) y de somnolencia, ya que las madres tienen un sueño más fragmentado, con más despertares nocturnos y pasan más tiempo despiertas que los padres (Insana et al., 2014; Sinai & Tikotzky, 2012). Este trabajo de investigación se centra en estudiar la población de madres por considerar que es el grupo más susceptible de experimentar altos niveles de somnolencia y fatiga. Las madres experimentan altos niveles tanto de somnolencia como de fatiga después del nacimiento de un bebé (Gay et al., 2004; Lee & Zaffke, 1999; Malish et al., 2016; Troy, 2003), y a ello contribuyen factores fisiológicos relacionados con los cambios naturales que siguen al parto, y factores psicológicos y situacionales relacionados con la adquisición del rol maternal, las expectativas, o características personales, entre otras (Pugh & Milligan, 1993). Aunque tradicionalmente se ha considerado que la recuperación de la mujer tras el parto ocurre en todas las área de forma simultánea, coincidiendo con la recuperación de los órganos reproductivos , esto es, durante las primeras seis semanas tras el parto (periodo postparto), esto no ocurre así, ya que la recuperación no es sólo física sino que implica también la recuperación de un estatus funcional, entendiendo este como la reanudación de las actividades habituales anteriores al parto, ya sean de carácter doméstico, social, laboral, o de cuidado personal (Tulman et al., 1990) y en este sentido la recuperación se produce más lentamente de lo generalmente asumido (Tulman & Fawcett, 1988), ya que más de la mitad de las mujeres no han recuperado su estatus funcional completamente en el periodo de seis semanas (Rychnovsky, 2007), siendo la fatiga una de las mayores preocupaciones o quejas que manifiestan las madres después de tener un bebé (Kurth et al., 2010; Milligan et al., 1996; Pugh et al., 1999; Troy, 2003), ya que afecta a su salud, a su capacidad para hacer frente a la maternidad y a la relación con el bebé (Gardner, 1991; Pugh & Milligan, 1993). La fatiga ha sido definida como “una sensación abrumadora y constante de agotamiento, y una disminución de la capacidad pare el trabajo físico y mental” (NANDA) (Apalategui & Cuadra, 1995), es asimismo una sensación subjetiva que interfiere con la capacidad de la persona para funcionar (Ream & Richardson, 1996) y es tanto física como mental (Milligan et al., 1996). La fatiga que experimentan las madres después de tener un bebé no mejora significativamente durante el periodo postparto (Maloni & Park, 2005; Troy, 2003), algunos estudios señalan que el cansancio extremo y el agotamiento a los 6 meses se mantiene estable en los niveles observados poco después del parto (Thompson et al., 2002), y a los 12 meses la mitad de las mujeres siguen manifestando cansancio extremo (Saurel-Cubizolles et al., 2000). Otros estudios han señalado que la fatiga podría continuar hasta un año y medio después del parto en más de la mitad de las mujeres (Parks et al., 1999), estando más fatigadas y con menos energía a los 14 y 19 meses que a las 6 semanas postparto (Troy, 1999). Por otro lado, las investigaciones constatan que la somnolencia y la fatiga afecta tanto a madres que tienen su primer bebé (primíparas) como a aquellas que tienen su segundo bebé o posteriores (multíparas) (Filtness et al., 2014), y tanto a las madres que amamantan a sus bebés como a las madres que eligen fórmula o alimentación mixta (Doan et al., 2007; Montgomery-Downs, Insana, et al., 2010). Uno de los factores que reiteradamente aparece en la literatura como factor que contribuye y correlaciona con la fatiga materna es el sueño; las alteraciones del sueño, ya sea por carencia, dormir pocas horas de forma continuada (Giallo et al., 2013) o por interrupción del mismo (Lee & Zaffke, 1999; Rychnovsky, 2007; Wambach, 1998). Las madres experimentan frecuentes despertares nocturnos para atender las necesidades del bebé, fundamentalmente de alimentación, lo que provoca un sueño altamente fragmentado, ineficiente y menos reparador (Insana & Montgomery-Downs, 2013; Lee et al., 2000; Montgomery-Downs, Clawges, et al., 2010; Rychnovsky & Hunter, 2009). Estudios objetivos del sueño en madres han identificado una serie de rasgos que son característicos del sueño de mala calidad, incluyendo un sueño menos eficiente, un aumento del tiempo del sueño en el estadio 1 (más sueño ligero), y una reducción del sueño delta, del sueño reparador (Ross et al., 2005). Otro de los factores que repercute en la fatiga son las actividades de la vida diaria (Wambach, 1998), éstas, aparecen como responsables del cansancio que manifiestan las madres, las cuales, enfatizan las demandas y exigencias del día a día, y las pocas oportunidades que tienen para hacer un descanso (Giallo et al., 2013). La combinación de un sueño fragmentado en las madres y la necesidad constante de cuidar del bebé, con pocas oportunidades para descansar a lo largo de las 24 horas del día, provoca altos niveles de estrés y agotamiento (Sinai & Tikotzky, 2012). Los efectos que produce en las personas un sueño fragmentado, por despertares frecuentes, o una carencia de sueño, son cualitativamente similares, provocando síntomas comunes como un aumento de la somnolencia diurna y de la fatiga, irritabilidad, aumento del tiempo de reacción, disminución del rendimiento psicomotor, un peor nivel de atención, y deterioro del estado de ánimo (Bonnet & Arand, 2003; Goel et al., 2009; Stepanski, 2002; Van Dongen et al., 2003). Los déficits que provocan las alteraciones del sueño tienen un efecto acumulativo a lo largo del tiempo sin la conciencia del individuo afectado (Belenky et al., 2003; Cohen et al., 2010; Goel et al., 2009; Insana et al., 2013). Las consecuencias de la somnolencia y la fatiga, en el funcionamiento diario de las personas, han sido asociadas a errores humanos en relación a los accidentes especialmente probables de ocurrir en tareas que requieren atención (Dinges, 1995) y han sido reconocidas como un factor de riesgo en la realización de tareas críticas como conducir (Filtness et al., 2014; Lee & Zaffke, 1999). En relación a la conducción, está bien documentado que la fatiga y el sueño son factores contribuyentes importantes en los accidentes de tráfico (Akerstedt, 2000; Horne & Reyner, 1995), y en este sentido, se han llevado a cabo numerosas investigaciones que ponen de manifiesto los efectos que produce en aquellas personas que la padecen y las consecuencias que tiene sobre la conducción, ya que afecta a la atención (Desmond & Matthews, 1997; Maycock, 1997), provoca episodios de micro-sueños (Verwey & Zaidel, 1999) y afecta a la toma de decisiones (Oron-Gilad et al., 2002). Las investigaciones sobre somnolencia y fatiga en la conducción se han realizado tanto en la población en general como en poblaciones consideradas de riesgo, es decir, grupos específicos de conductores que tienen un mayor riesgo de accidente relacionado con la somnolencia y la fatiga causada por la falta de sueño o la mala calidad del mismo, por la alteración de los ritmos circadianos y por el tiempo en la tarea (Brown, 1994); estos grupos de riesgo son los conductores jóvenes, los conductores profesionales y los trabajadores por turnos (médicos residentes, pilotos, etc). Sin embargo, se ha pasado por alto el grupo de población de las madres durante el periodo postparto y la crianza en la primera infancia, durante el cual las madres experimentan altos niveles de somnolencia y fatiga, como se pone de manifiesto en las numerosas investigaciones realizadas al respecto (Gay et al., 2004; Lee & Zaffke, 1999; Malish et al., 2016; Troy, 2003) y hasta la fecha, son muy pocos los estudios dirigidos específicamente a investigar la fatiga materna durante el periodo postparto y la conducción de vehículos. En concreto son cinco las investigaciones realizadas hasta el momento (Armstrong et al., 2015; Livingstone et al., 2011; Mackenzie, 2016; Malish et al., 2016; Trenorden et al., 2012). Estas investigaciones se basan principalmente en autoinformes, en escalas para medir la somnolencia, en registros de patrones de sueño y de episodios de conducción de las madres durante el periodo postparto. Los resultados de dichas investigaciones constatan en primer lugar, que las madres durante el periodo postparto conducen, es decir, no dejan de realizar esta actividad, y en segundo lugar, que gran parte de los episodios de conducción los realizan con altos niveles de somnolencia y fatiga. Teniendo en cuenta que las madres durante el periodo postparto y la crianza en la primera infancia son una población vulnerable, susceptible de padecer alteraciones del sueño y fatiga, cuyas consecuencias sobre la atención, concentración, tiempo de reacción, etc, han sido reconocidas como un factor de riesgo en la realización de tareas críticas, sería interesante poder delimitar en qué medida afecta esto a la ejecución en la conducción, ya que este aspecto no ha sido estudiado hasta la fecha, y valorar así, si este grupo de población debería ser incluido como un nuevo grupo de riesgo en relación a la conducción. El objetivo principal de esta tesis es investigar cómo afecta la somnolencia y la fatiga de las madres, durante la crianza en la primera infancia, a la ejecución en la conducción (control longitudinal y lateral del vehículo) y en una tarea secundaria de atención (detección y reconocimiento de señales), evaluando dicha ejecución en el simulador de conducción SIMUVEG. Una herramienta que permite medir el comportamiento de los conductores y su ejecución en la conducción tanto a nivel de control del vehículo, como de toma de decisiones, a lo largo de un recorrido programado de situaciones de tráfico.