Cartography an a strategy of empire in Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas i Tierra firme del Mar Océano by Antonio de Herrera y Tordesillas

  1. Connett, Christina Findlay
Dirigida por:
  1. Amadeo Serra Desfilis Director

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 11 de noviembre de 2014

Tribunal:
  1. Luis Arciniega García Presidente
  2. Inmaculada Rodríguez Moya Secretario/a
  3. Ricardo Padrón Vocal
Departamento:
  1. Història de l'Art

Tipo: Tesis

Resumen

Argumentamos que Herrera intenta legitimizar el control español del Imperio al imponer una universalidad euro-céntrica católica a dicho imperio a través de su aplicación de las iconografías estratégicas, religiosas e imperialistas enraizadas dentro de un programa cartográfico. “La idea de una verdad imperial fue esencial para que los españoles tuviesen una convicción en una experiencia imperial significativa ” y lo que se afirma aquí es que la inclusión de elementos cartográficos presta credibilidad a esta percepción de la verdad. Aunque los académicos críticos cartográficos ahora reconocen que los mapas son subjetivos y producto de la época y de las opiniones de sus creadores, la suposición de “la verdad” tiene precedencia histórica: “Según académicos de teoría del Renacimiento los mapas son una clave para la interpretación de la historia: enmarcan los acontecimientos históricos y al mismo tiempo demuestran su escala. También son fiables gracias a su ejecución matemática y consecuentemente permiten que los usuarios contrasten la exactitud de acontecimientos históricos”. Sin embargo, como J.H. Harley indica, “ los mapas son.. inherentemente imágenes retóricas. Es común decir que la cartografía es un arte de persuasión… la retórica penetra el mapa a todos los niveles. Como imágenes del mundo, los mapas nunca son neutros, ni libres de valor, ni completamente científicos. Cada mapa argumenta su propio “caso”. Se pueden leer los mapas como textos culturales, como cualquier otra forma de medio visual dado que ninguno objetivamente existe fuera de su propio propósito y época. Una revisión detallada del contexto de “Las Décadas” y su iconografía y como se relacionan con el vocabulario del análisis histórico de mapas revelará la deuda de la obra al género de la composición de mapas. Se compararán Las Décadas a historiografías contemporáneas de España, y otros lugares de Europa, para determinar las consistencias y las calidades únicas de la obra en cuestión. Se ha dedicado muy poca investigación al arte de la imaginería que apoya los textos, lo cual es esencial para comprender su naturaleza y relevancia en el contexto del expansionismo e imperialismo español del siglo XVI, una época de tremendos cambios políticos, económicos, legales y teológicos. Reflejada en los esfuerzos de Herrera, encontramos la extraordinaria economía del mensaje y del diseño esencial a la cartografía. Discutiremos que esta técnica fue algo impuesto al proyecto, derivando en una falta de consolidación, típicamente esencial al éxito de una empresa cartográfica. Trazar los mapas aquí es simbólico en vez de simplemente geográfico, pero la torpeza, endémica en Las Décadas de Herrera, puede también reflejar otra tensión de la época; el hecho de que el autor fuese cristiano humanista. –“el cambio de una manera a otra de percibir el mundo no se restringía a través de la estética.” La existencia, y menos la conquista y gobernación de las Américas, fueron temas que no estaban explicados ni en la Biblia, ni por los historiadores clásicos. Esta falta de referencia filosófica, espiritual y cartográfica hizo necesarios nuevos sistemas de respuestas e investigación. Existen tres tipos de mapas en la obra de Herrera y se descubrirá y se analizará a cada uno de ellos, en lo que respecta, a cómo apoyan el agenda principal de la obra en su integridad: los diseños de las portadas de cada Década y La Descripción, respectivamente, como mapas narrativos itinerarios dentro de marcos clásicos cristianos; los espacios geográficos dentro de los paneles en estas portadas; y los mapas Herrera-Velasco que están incluidas en el suplementario. El enfoque de esta investigación es la relevancia de estos elementos cartográficos a la agenda de Las Décadas, en su totalidad. Aunque se ha usado Las Décadas de Herrera como fuente histórica, es importante reconocer e iluminar la versión mas profunda que el proyecto tiene que contar. “Textos verbales, mapas, iconos, junto a otros productos culturales, se deben de considerar como artífices retóricos y no como depositarios de datos que se podrían entender como hechos verídicos. La retórica, en este sentido, no es simplemente un arte de persuasión, sino también implica acciones estratégicas que constituyen formas de subjetividad y producen lo que Roland Barthe llamaba “ un efecto de lo real”. Mientras Las Décadas de Herrera da un ‘efecto de lo real,’ al incluir los mapas, estos a su vez, están más legitimizados por el uso de una portada reminiscente de las portadas bíblicas y de las tradiciones clásicas romanas de las narrativas visuales. Estos elementos constituyen actos de persuasión que son inherentemente estratégicos. Estas ilustraciones sirven como vehículos visuales de posesión, alejándose de las distorsiones de la creación mítica inherente al mapamundi medieval y acercándose hacía un nuevo tipo de hacer mapas, caracterizado por su “creciente respetabilidad intelectual” en la edad de la exploración. Aquí se aprovechaba de esa respetabilidad de la investigación científica, particularmente en España en el siglo XVI, para justificar una narrativa textual a la cual asociarse. Las ilustraciones también cambian la manera en que leemos el texto, dado que aclaran la organización de Las Décadas. Mientras Moretti aquí habla de los mapas postautoriales como una herramienta para la historia literaria, yo creo que lo mismo es verdad en cuanto a los mapas de Herrera: que ellos destacan el carácter lugareño de las formas literarias: cada uno de ellos con su propia geometría peculiar, sus tabúes espaciales y rutas favoritas. Y a continuación los mapas sacan a la luz la lógica interna de la narrativa; el dominio semiótico sobre el cual se unifica y se organiza una trama.” Mientras el lugar de la historia de Herrera se define claramente en el texto, los mapas, en todas sus formas, contextualizan la historia de la Conquista de los castellanos del Nuevo Mundo, firmemente jerarquizados en un orden, plazo de tiempo y geografía que apoyan y clarifican el texto. Mirando con mas detalle estas ilustraciones desde una perspectiva intersemiótica se revela la complejidad de las capas de interpretación, desde la historia original hasta el destinatario, el consumidor o el público receptor de estas obras. Podemos deducir la que fue la reacción del público en cuanto a Las Décadas por sus múltiples ediciones y traducciones, desde el siglo XVII y en adelante, que aluden a su popularidad y relevancia. Podemos suponer que se expresaba en un lenguaje visual y textual que era accesible y atractivo para el público. Las portadas fueron adaptadas y recicladas en otras publicaciones posteriores, lo cual vuelve a sugerir una continuidad de su influencia y relevancia. El reconocer las disparidades y el proceso de selección aparte del acontecimiento en sí, las versiones principales de dicho acontecimiento contados para un público europeo, la selección de estas fuentes por Herrera para el texto, y otra vez para las ilustraciones, es un anécdota fascinante de la manipulación y fabricación dirigida a la agenda de Herrera de un legítimo control español de las Américas. Este ensayo aporta una perspectiva fresca sobre La Historia general de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, un análisis de sus elementos cartográficos, dando una lectura en mayor detalle a las estrategias de la expansión española del siglo XVI. Mientras el arte de la imaginería sigue una retórica visual bien establecida, o arte de persuasión, de mapas reconocibles por el público, Herrera entregó sus Décadas en un formato y lenguaje visual al que sus lectores podían responder y al mismo tiempo entender, para mejor servir así las intenciones de su rey. Respecto a esto miraremos a Herrera como una obra diseñada y hecha a medida desde una perspectiva europea. La manera en que la obra fuera recibida y utilizada dentro de las colonias americanas, está fuera del ámbito de este trabajo. El encargo para que Herrera escribiera Las Décadas incluía instrucciones explícitas de Felipe II. “Vd. se asegurará de demostrar que los Reyes Católicos han cumplido con la Bula del Papa ( Alejandro VI), y también que los extranjeros están difamando nuestra nación con crueldad y avaricia, culpa de las omisiones que hacen sus gobernadores. Tiene que investigar esto, siempre asegurándose de contar la verdad.” La iconografía de la cartografía y también de las ilustraciones, dentro de su estructura, hacen la conexión entre el texto y estas directrices: demostrar el cumplimiento, que se asociaba con legitimizar la posesión de tierras y la tutela de los nativos americanos, a través de la voluntad de Dios y también la ley romana; y la Verdad. No se ha presentado esta asociación anteriormente en ningún informe académico y aquí enseñamos el valor de ello, al tenerlo en consideración, hacía un entendimiento mas rico y mas profundo del proyecto de Herrera. Felipe II deseaba una historia que marcara indiscutiblemente al Nuevo Mundo con el sello real de la monarquía católica de los Habsburgo, al legitimizar que la posesión de las Américas fuera ordenado por Dios. Para conseguirlo, Herrera tenía que no solo afirmar su propia autoridad como responsable de esta historia y maestro de recursos primarios valiosos, sino también probar la validez de su narrativa, para galvanizar las apropiaciones en las Américas como irrefutables. Sobre todo, tiene que contar la verdad, o por lo menos, parecer que lo hiciera. Hemos demostrado en nuestro trabajo que lo consigue a través de un marco cartográfico, y todas las asociaciones de ese medio, con titularidad y conocimiento empírico y objetivo. Sus desafíos fueron considerables. Los Protestantes en el norte impugnaban el Tratado de Tordesillas, ya que el Papa no tenía ninguna autoridad bajo las creencias protestantes. Su lógica era que, aunque se reconociera el tratado universalmente bajo el mandato del Papa, poco importaría debido a la negligencia de los españoles y su maltrato a los indios, situación que iba en contra de las condiciones del tratado. El Nuevo Mundo presentaba sus propios problemas inherentes en los esfuerzos, en cuanto a la unificación cultural, histórica, espiritual y política con el mundo antiguo y los conocidos patrones humanísticos clásicos, bajo los cuales, Herrera, sus colegas y su mecenas, Felipe II, fueron educados. Era imposible reconciliar las Américas en una narrativa cohesiva según la historiografía tradicional, y requería un nuevo vocabulario, visual y textual. También, Herrera necesitaba convencer a su público que Las Décadas eran verdaderas, en una época donde imperaba la literatura popular de caballería y las imaginaciones se desfrenaban al pensar en el Nuevo Mundo. En este trabajo argumentamos que la solución de Herrera fue usar la cartografía. Existen tres tipos de mapas en la obra de Herrera y cada uno se describe y se analiza en lo que respecta a su apoyo a la agenda principal de Las Décadas: los diseños de las portadas de cada Década y de La Descripción, respectivamente; los espacios geográficos dentro de los paneles individuales en estas páginas, y los mapas Herrera-Velasco. La relevancia de estos elementos cartográficos a la agenda total de Las Décadas, a través de sus programas iconográficos, ha sido el enfoque de esta investigación y hemos demostrado que son esenciales al texto en el programa completo de Las Décadas de Herrera. En las portadas Herrera coloca los elementos cartográficos dentro de un patrón bíblico, creando un espacio sacro de las Américas, profundamente enlazado con la iconografía imperialista al usar el escudo de armas, mapas y globos, y el militarismo cristiano. En este formato, se ha sustituido a los apóstoles por los autores o recursos primarios de la historia del Nuevo Mundo, los exploradores castellanos, los gobernantes y los líderes religiosos de las Américas. Herrera entonces no solo alude a la autenticidad de estos como recursos, de una manera parecida a los narradores de las historias de la Biblia, sino que también alude a su propio papel sagrado de contar estas historias. En este patrón, se sustituye el Cordero de Dios implícitamente por los gobernantes Habsburgo, sugiriendo que ellos son uno y el mismo, legitimando la gobernación católica bajo el Tratado de Tordesillas. Herrera adjudica la titularidad a los españoles, vía estos exploradores que encontraron el Nuevo Mundo por la suma gracia de Dios, en el patrón bíblico de las portadas. Los paneles mismos contienen fondos de paisaje y mas mapas decorativos que, aunque generalizados, sitúan a las Américas dentro de una referencia visual europea, haciendo familiar lo desconocido. Al incluir los mapas de Velasco en La Descripción, con su relativa ausencia de algún marcador o nombre nativo y con símbolos y distorsiones cartográficos reconociblemente europeos en diseño, él etiqueta y adjudica las tierras entre las líneas de demarcación, como pertenecientes al Imperio del Mundo Antiguo de España. Los mapas itinerarios de las portadas nos lleva a un viaje muy estructurada por la Edad Dorada del Descubrimiento de los castellanos, las historias de los logros mas importantes y algunos de los fracasos mas notables. Los patrones e iconografías bíblicos y romanos simbolizan los derechos bajo Dios y el Imperio. El público español viviría y celebraría estas aventuras a través de las ilustraciones y textos de Las Décadas, una historia, como lo son todas las historias, inclinada hacia las percepciones e intereses de sus mecenas. Está claro que ninguno de los mapas de Las Décadas de Herrera tiene ninguna utilidad mas allá de la representación simbólica del espacio y las referencias icnográficas de lo sagrado y lo imperial, aquí prácticamente indistinguibles. Los paneles de las portadas están europeizados y no-específicos: los globos están invertidos o son imágenes simétricas de espacios muy abstractos; y los mapas de Velasco contienen muy poca información de navegación, no hay líneas de rumbo ni rosa de los vientos. Los grados de latitud y longitud que se encuentran en los márgenes son por consiguiente mas efectivos como marcadores de territorio que como una guía para seguir camino hacia las Américas o intentar volver a casa desde allí. Son imágenes de posesión, lugares para poner nombre a las Américas, según la agendas europeas, y marcadores de territorio bajo el tratado de Tordesillas. En una época en la cual la estandardización de la cartografía y la recogida del conocimiento geográfico en España estaban en su zenit, las implicaciones de la creación de mapas como un símbolo del poder y como una herramienta de gobernación son indiscutibles. Las agendas de los mapas frecuentemente son mas obvias por sus ausencias, lo que no incluyen, que por lo que realmente están representando. Dado que los mapas inherentemente son abstracciones del espacio que muestran selecciones de lo que es importante para el mensaje general, eliminan el caos de detalle que distrae del propósito principal. El hecho de que la monarquía católica de Fernando e Isabel esté presente y no Felipe II, arraiga los derechos a las Américas como católica y española desde el mismo momento de su descubrimiento bajo la bandera española. Fernando e Isabel fueron los primeros unificadores de la España católica con la conquista final de los musulmanes. Esto es muy relevante en el contexto del militarismo cristiano, y los propios intereses de Felipe II, en que él fuese representado como hombre cristiano, mas que como emperador. Las escenas de batalla de conquista reflejan las leyes romanas de gobernación y establecen, al público contemporáneo, que la posesión y el mandato de las Américas es justo y justificado, no solo bajo Dios, sino según los ideales humanistas. La ausencia también de cualquier actividad real científica es también reveladora, ya que ésta no es una historia sobre el oro, plata y tesoros verdes que se encontrarían. Las riquezas de las medicinas y minerales no eran de tanta importancia para Herrera como presuntamente el derecho de tener acceso a estos recursos en primer lugar, como Dios había ordenado, y la titularidad ciertamente habría implicado estos derechos. Las Décadas se trata de la visión mas amplia de la unificación bajo un Dios católico, los derechos legales de conquista bajo la ley romana y la justificación de la posesión, en vez de sobre los recursos, aparentemente sin límite, inherentes en esa posesión. Posiblemente se puede explicar la torpeza de los imágenes, ya que las ilustraciones fueron encargadas en España en vez de en Holanda, donde los artistas estaban mejor entrenados en el arte de la imprenta refinada. Podría decirse que esta decisión fuese nacionalista- un encargo oficial impreso en castellano, y en Madrid, que refutara las adjudicaciones de los Protestantes. No se podía hacer en ningún lugar del norte de Europa. También, la naturaleza genérica de las figuras y paisajes refleja un método mas simbólico que estético. Asimismo, la sencillez de los mapas Herrera-Velasco es contraria a los mapas holandeses e ingleses de la época, tan laboriosamente decorados. Ha habido poca investigación académica satisfactoria, hasta la fecha, en poder determinar el material fuente de los componentes del frontispicio. Mientras pudimos sugerir algunas posibles fuentes para Fernando, Isabel y Colón, otros retratos eran elusivos y solo pudimos encontrar impresos que referían a Herrera. Las Décadas es la referencia visual que se emplea a menudo para el material publicado en el siglo XVII en adelante, y los originales, de los que se han hecho los dibujos, son en su mayoría desconocidos. Igualmente, los mapas que rellenan los paneles de las portadas no tienen referencias claras a mapas anteriores excepto el de la Ciudad de México. Un intento mas profundo en hacer estas conexiones, estaba fuera del ámbito de este trabajo, y prestaría algo mas de enfoque al proyecto de Herrera y los recursos disponibles. Este trabajo considera a los públicos europeos para Las Décadas y se ha dado poca atención en cuanto a su recepción en las Américas. Como en efecto hay copias vigentes en los archivos del Nuevo Mundo, se puede razonar que por lo menos se conocería la obra en algunas de las colonias. Una comparación de la popularidad y consumo de Las Décadas, en el contexto de su uso y diseminación por los españoles que vivían el las Américas, sería otra recomendación para una futura investigación, particularmente en cómo se relacionan la identidad propia de los colonos españoles y su sentido de titularidad de las tierras que ocupaban. Nuestro trabajo aquí enfoca lo visual, con una narrativa textual mas amplia como fondo, pero sería una actividad muy útil catalogar las asociaciones directas entre los paneles de las portadas con el texto de Las Décadas para fines de referencia, lo cual ayudaría a analizar mas aún la relación entre el texto y las ilustraciones. Hay poca duda de que los elementos cartográficos de Las Décadas son subordinados al texto, pero su poder de proporcionar una estructura para legitimizar y clarificar la narrativa es de gran importancia para reforzar nuestro entendimiento de la obra mas importante de Herrera, Historia general de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, y despertar nuevas preguntas para futuras investigaciones. Las Décadas es una pieza fascinante de trabajo académico y sus ilustraciones son una llave para desbloquear el propósito y los intereses de su autor, de sus mecenas y de sus lectores.