El sinfonismo en Valencia durante la restauración (1878-1916)
- Sancho García, Manuel
- Francisco Carlos Bueno Camejo Director
Universitat de defensa: Universitat de València
Fecha de defensa: 27 de de maig de 2004
- Francisco Javier Pérez Rojas President/a
- Rafael García Secretari/ària
- Salvador Seguí Pérez Vocal
- Rodrigo Madrid Gómez Vocal
- Mariano Lambea Castro Vocal
Tipus: Tesi
Resum
El presente trabajo aborda el fenómeno del sinfonismo en Valencia, desde el ámbito de la interpretación orquestal, durante el período comprendido entre 1878 y 1916. Los límites cronológicos vienen marcados, de una parte, por la fundación, en 1878, de la Sociedad de Conciertos de José Valls, primera agrupación orquestal valenciana que, históricamente, efectuó una significativa labor de difusión del género sinfónico en la ciudad del Turia; y, de otra, por la constitución, en 1916, de la Orquesta Sinfónica de Valencia. Del análisis de la actividad orquestal desarrollada en Valencia desde 1878 a 1916, podemos extraer la siguiente conclusión: Valencia, en el transcurso de cuarenta años, con un retraso evidente respecto a Madrid y Barcelona en materia de estrenos sinfónicos, fruto del carácter musicalmente provinciano en la programación de los conciertos, pasaría de un desconocimiento casi absoluto del género sinfónico al descubrimiento, desde la primera década del siglo XX, de las corrientes estilísticas europeas contemporáneas. Este largo proceso ha permitido estructurar la tesis en cinco bloques o apartados, en función de un criterio estrictamente cronológico, a medida que el público filarmónico iba adquiriendo una mayor cultura sinfónica. El primer capítulo, que cubre la etapa 1800-1875, aborda los antecedentes históricos del sinfonismo en Valencia sobre la base del análisis del repertorio de las orquestas de teatro, diferenciando sus distintos escenarios de actuación pública. El teatro constituyó, sin duda, el núcleo fundamental de actividad sinfónica a lo largo de este período. Las piezas orquestales se intercalaban en las cotidianas representaciones escénicas, a guisa de intermedio musical, entre bailes, dramas, comedias y toda suerte de números de teatro. El repertorio comprenderá, casi exclusivamente, sinfonías, término general empleado para aludir a la obertura de ópera. Fuera de ello, la prensa atestigua cierta, aunque esporádica, actividad sinfónica en bailes de sociedad, festividades y actos solemnes organizados en Valencia, serenatas, así como funciones religiosas. Son, de nuevo, las orquestas de teatro o, como alternativa, diversas agrupaciones instrumentales provenientes de aquéllas, quienes ejecutan esta música, con un repertorio similar: oberturas operísticas, a las que se suman, en el caso de bailes de Carnaval, serenatas y ciertas celebraciones locales, la interpretación de alguna danza orquestal, como el vals, la mazurca o la polka. El segundo y tercer capítulos se dedican al seguimiento de la trayectoria artística de la Sociedad de Conciertos de Valencia (1878-1889) y la Orquesta Goñi (1890-1901). Su creación respondía, fundamentalmente, al estado de opinión generado en Valencia en favor del género sinfónico, fruto de los antecedentes ya citados y, en particular, del incipiente movimiento sinfónico que la ciudad registraría desde mediados de los años 60, a raíz de la celebración de los primeros conciertos exclusivamente orquestales, a cargo de la orquesta del Teatro Principal. Gracias al impulso de la Sociedad de Conciertos y la orquesta de Andrés Goñi, se asiste a la relativa normalización de la vida sinfónica valenciana durante el último cuarto del siglo XIX. La celebración, con periodicidad regular, de espectáculos sinfónicos trajo consigo la dinamización y enriquecimiento del ambiente musical, al revelarse nuevas posibilidades de ocio musical, distintas a la ópera y la zarzuela tradicionales. El desfase de setenta años con relación a otras naciones europeas, o a las más cercanas Madrid y Barcelona, se manifiesta en los programas de concierto. De esta suerte, el aficionado valenciano se vio obligado a asimilar un género de música que desconocía, para lo cual los conciertos se nutrieron de partituras orquestales de carácter ligero, brillantes y efectistas, poco exigentes, en general, para un público no necesariamente instruido en el arte musical, entre las que predominaban las omnipresentes oberturas de ópera, las marchas, las melodías de corte romántico y los bailes europeos de salón. Frente a estos tipos formales, adquieren progresiva importancia, a partir de los años noventa, la obertura de concierto, la suite orquestal, el concierto para solista y orquesta y la sinfonía que, con ser todavía géneros minoritarios, permitían adivinar un cambio de orientación estética en las programaciones, como consecuencia de la inclusión, cada vez más habitual, de títulos sinfónicos de mayor extensión y complejidad formal. El análisis del período 1900-1916 ha permitido valorar la trascendental contribución de Eduardo López-Chavarri a la divulgación del género orquestal, ya como crítico, a través de las páginas del diario Las Provincias, ya como promotor de diversas iniciativas privadas. Cabría mencionar, por otra parte, la labor de la Asociación General de Profesores de Orquesta de Valencia, constituida en 1902, amén de las frecuentes visitas a la capital del Turia, desde 1910, de las orquestas sinfónicas de Madrid y Barcelona. Con su ejemplo, constituyeron un poderoso estímulo para la fundación, en 1916, de la Orquesta Sinfónica de Valencia, al tiempo que renovaron gran parte del repertorio establecido, presentando una extensa relación de compositores desconocidos: Nicolás Rimsky-Korsakov, Claude Debussy, Richard Strauss, Max Bruch, Sergei Rachmaninov, Igor Stravinsky, y un largo etcétera. Valencia descubrirá, en el curso de estos años, las corrientes estilísticas europeas de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Este proceso se produjo sin haber asimilado buena parte del Romanticismo musical, fragmentariamente conocido y con enormes lagunas por cubrir, por no citar el Barroco y el Clasicismo, cuya aportación a los conciertos se limitaba a un puñado escaso de obras y autores. Citemos, como apunte de interés, que estos años presenciarían la consolidación en Valencia de la música de Beethoven y Wagner, el estreno de varias sinfonías de Haydn y páginas emblemáticas del catálogo orquestal mozartiano. Entran, por primera vez, en los conciertos, el Barroco musical, por medio de la obra de Bach; la escuela moderna francesa, representada por César Frank, Paul Dukas y Enmanuel Chabrier; y la escuela nacionalista rusa, desde el Grupo de los Cinco a Igor Stravinsky. Con la intención de rastrear cualquier otro indicio de actividad orquestal a lo largo del período estudiado, nuestras miras se han dirigido, en el último capítulo, al análisis de aquellos conjuntos instrumentales que, no adecuados estrictamente a la plantilla de una orquesta sinfónica convencional, llevaron a cabo una meritoria tarea de difusión del repertorio sinfónico mediante toda suerte de arreglos y transcripciones de partituras orquestales. Se incluyen en este apartado las bandas de música, diferentes rondallas y estudiantinas, orquestas de composición atípica, así como un selecto grupo de formaciones de cámara que actuaban, de ordinario, en los cafés y salas de cinematógrafo valencianos. __________________________________________________________________________________________________