Los fundamentos sociales de la industrializaciónla maquinista valenciana, 1880-1955
- José Antonio Piqueras Arenas Director/a
Universidad de defensa: Universitat Jaume I
Fecha de defensa: 10 de octubre de 2013
- Juan Sisinio Pérez Garzón Presidente/a
- Francesc-Andreu Martínez Gallego Secretario
- Marc Baldó Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
LOS FUNDAMENTOS SOCIALES DE LA INDUSTRIALIZACIÓN. LA MAQUINISTA VALENCIANA, 1880-1955. Susana Climent Viguer Tesis doctoral dirigida por el Doctor José Antonio Piqueras Arenas Universitat Jaume I de Castellón. Introducción. El estudio del nacimiento y evolución de una empresa de la importancia y dimensión que alcanzó La Maquinista Valenciana (1880-1955) conecta con el proceso revolucionario español en su acepción más amplia: desde su inicio en 1808 hasta su final violento en 1939. Un proceso que quedó roto con el triunfo del franquismo y especialmente con la imposición de la autarquía como ideal económico y social. La tesis quiere recalcar que LMV nació fruto del liberalismo y desapareció con él. El estudio de la formación de esta empresa y del origen social de sus fundadores pondrá de manifiesto la imbricación clara entre revolución burguesa y revolución industrial. Con el estudio de la familia Climent, entre 1808 y 1955, a través de cinco generaciones se concreta el devenir de los movimientos sociales de la primera mitad del s. XIX, populares y urbanos, y las culturas políticas de las que se sirvieron, analizando como éstas se van adecuando a su evolución vital. La investigación se ha abordado por una parte como individuos, y por otra como miembros de una clase en formación al ser parte integrante de una categoría popular en disgregación, los artesanos, y por tanto participantes de toda una experiencia de la que no es ajena la pobreza, la proletarización y la violencia; y en contrapartida analizando sus mecanismos de superación al convertirse, a lo largo del proceso revolucionario, en actores sociales capaces de reconocerse en sus semejantes adaptando y adoptando una terminología y un discurso político, y , en definitiva, colaborando en la formación de un proyecto de futuro al que contribuyeron para que se plasmara en acción social. De un primitivo radicalismo revolucionario con un fondo ideológico claramente republicano hasta la revolución de 1868, la familia pasa, sobre todo a partir de 1880 cuando LMV se va consolidando como una empresa líder en su sector, a un progresivo conservadurismo. Pero un conservadurismo que todavía guarda en su seno los antiguos valores de sus predecesores, que se concretarán en la vida de la empresa en la perpetúa búsqueda del pacto, en un intento imposible de armonicismo con claros enfoques del krausismo y regeneracionismo conservador. Sus propietarios tuvieron una ideología positivista, de búsqueda del progreso armónico dentro de una democracia industrial, en la que apuestan por un Estado más intervencionista en la ¿cuestión social¿, desde la aplicación de un claro pragmatismo empresarial. ¿Labor Omnia Vincit¿ y ¿A la Lealtad Acrisolada¿, los lemas que acompañan al escudo de LMV, nos remiten a ese origen artesanal y popular de la familia y a su lucha decidida contra el régimen feudal. En el estudio que presentamos, el sistema de relaciones industriales acoge a todas las actividades, actores y procedimientos que intervienen en la empresa. Éste, como podemos comprobar en la evolución de los sectores productivos de LMV- tabacos, maquinaría de precisión, señalizaciones marítimas y aéreas- influirá en todo el proceso de fabricación. De ahí la importancia que los grandes acuerdos a los que llega la empresa con sus trabajadores -fruto de la puesta en práctica de políticas armonicistas propias del republicanismo conservador- tienen para la propia evolución productiva de la misma. Metodología A través del estudio de la familia Climent durante cinco generaciones y desde la perspectiva de la historia social, se ha intentado mostrar, más allá de la relevancia de los logros económicos y tecnológicos de LMV, una sociedad en movimiento, interrelacionada, estructurada a partir del triunfo de la revolución burguesa e industrial. Para ello hemos tenido que analizar aspectos diferentes: economía, sociología, culturas e ideologías, para poder objetivar lo subjetivo, trascendiendo la historia individual de una familia y matizando la sociología estructural¿funcionalista de Parson, para quién, finalmente, la noción de actor social sustituye a la de clase, pero sin negar que la acción social o acción colectiva, asimilada a sistemas de códigos compartidos, dotados de significación y organizados mediante la cultura, son instrumentos válidos de análisis, tanto para el estudio de la formación de clases como para la investigación de sus proyectos de futuro. En el estudio de la familia Climent, se ha dado importancia a la formación de ¿discursos¿. Nuestra intención ha sido que nuestras conclusiones sobre estos discursos cambiantes no haya remplazado a la realidad, al contrario, hemos querido reflejar como ha sido ésta la que los ha mediatizado. La reconstrucción de la historia de la familia se ha basado en el análisis exhaustivo de documentación de archivos. Una documentación que abarca más de un siglo, y que ha dado suficiente apoyo real a lo expuesto en este estudio. Conclusión Las experiencias vividas por las diferentes generaciones de la familia, nos muestran cómo las desiguales condiciones materiales fueron graduando su integración en una clase social en formación, la burguesía, y dentro de ella, la burguesía industrial con unas características propias, diferenciadas de la burguesía comercial y financiera, dadas sus propias necesidades concretas: financiación, política arancelaria, cuestión social, articulación como grupo, entre otras. La pregunta que esto nos planteó es si estas necesidades supusieron la formación de un proyecto diferenciado dentro de la propia burguesía. Nuestra respuesta es que en el seno de la familia Climent y en concordancia con el discurso republicano más matizadamente demoliberal, éste lo representó el armonicismo. Lo común que podemos encontrar entre las diferentes generaciones de la familia Climent, desde el radicalismo democrático republicano de Enrique Climent y Berlanga de los años 1840-1868 hasta el corporativismo franquista de la España autárquica de los hermanos Climent Lattur de los años 1940-55, es la construcción sobre la utopía del pasado, la sociedad gremial que no estamental, un proyecto de futuro, el armonicismo. Y es éste el verdadero hilo conductor elegido para desplegar el relato de la historia familiar y empresarial en tan dilatado periodo de tiempo. Hay que resaltar de LMV, más que los evidentes elementos de continuidad como heredera de la tradición artesanal valenciana, sus rasgos indiscutiblemente novedosos: necesidad de nuevos conocimientos técnicos impartidos por la educación reglada y no sólo devenidos por la experiencia profesional; el nuevo espíritu empresarial de riesgo que encarnaba Francisco Climent, el fundador, y que resaltó la prensa del momento; las nuevas relaciones contractuales con los trabajadores, ahora asalariados, y la progresiva configuración del asociacionismo puramente obrero; la traslación al proyecto de la empresa del ideario de las clases populares a las que pertenecían; su implicación en la articulación de un nuevo asociacionismo empresarial y los nuevos problemas a los que se enfrentan como empresarios, financiación, políticas arancelarias, innovación constante para adquirir cuotas de mercado, reivindicaciones obreras y, teniendo en cuenta su devenir, las soluciones que proponen. Resaltamos que la transición del oficio a la fábrica no fue el resultado de una evolución natural, necesaria y continúa. Reseñas Bibliográficas Harvey J. Keye, Los historiadores marxistas británicos, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1989. Harvey J. Keye, norteamericano, profesor de la Universidad de Wisconsin, abordó con este libro el análisis de una de las más importantes escuelas historiográficas del s. XX. Hoy, sus reflexiones siguen teniendo vigencia ya que nos encontramos en un momento de reformulación y búsqueda de nuevos paradigmas en el contexto historiográfico actual. Harvey J. Kaye defiende que lo que unió a los historiadores marxistas británicos fue la manera de estudiar la ¿teoría de la determinación de las clases¿, ampliando los significados del concepto de clase marxista. Como resultado del reconocimiento de las experiencias de las clases bajas como proceso activo, el estudio de la experiencia de clases se desplazó al estudio de la lucha de clases. La lucha de clases constituye el proceso histórico, proposición derivada del mismo Marx, pero también sabemos que el pensamiento de Marx no se ha desarrollado en una sola dirección. De las consecuencias de la proposición de Marx, rechazaron el determinismo y subrayaron la importancia de la acción. Y esto a través de valorar la experiencia de clase, que hace que la determinación material se sitúe en el tiempo y entre de lleno en el proceso histórico. Rehicieron la categoría marxista de modo de producción. Las relaciones sociales de producción son simultáneamente económicas, políticas, culturales y morales. Miguel Ángel Cabrera, Historia, lenguaje y teoría de la sociedad, Ediciones Cátedra, Madrid, 2001. Historiador español, profesor de la Universidad de La Laguna, es conocido principalmente por su contribución a la formulación de una nueva teoría de la historia que rompe con la tradición de la historia social y sociocultural. Miguel Ángel Cabrera ha elaborado el concepto de ¿paradigma socio- cultural¿. La consecuencia fundamental de la asunción de este paradigma es que las identidades sociales, cultural e históricamente construidas, pasan a ser el objetivo de los estudios de clases, grupos y movimientos sociales. Cabrera a pesar de reconocer los desarrollos de la historia social y la flexibilización del vínculo de determinación entre contexto social y conciencia, así como la aceptación de la autonomía relativa de la cultura, el papel activo de los individuos en la producción de significados y la reconceptualización de las relaciones sociales con la incorporación de la noción de experiencia y representación, continúa afirmando que la historia sigue atrapada por el modelo dicotómico, aunque ahora más flexibilizado. El autor defiende la existencia de una esfera social específica dotada de una lógica histórica propia. Para designar tal esfera, estaría precisamente la noción de discurso (o narrativa o metanarrativa), que se constituye además en el fundamento explicativo de la ¿nueva historia¿. A juicio de Cabrera, la novedad teórica consistiría precisamente en que tal cuerpo constituiría una esfera social específica, en la que el discurso operaría tanto como un sistema de significados que dependen del cuerpo categorial aplicado a cada caso, como una variable independiente que jugaría un papel propio en la configuración de procesos históricos. Tras esa noción del discurso se encontraría, por otra parte, la adopción de un nuevo concepto de lenguaje, en el que se distingue entre el entendimiento convencional del lenguaje como medio de comunicación y el lenguaje como patrón de significado. Ello implicaría que el dualismo realidad-conciencia del modelo dicotómico sería reemplazado por la tríada realidad-discurso-conciencia. Esta concepción, llevada a su máxima consecuencia, entrañaría la dificultad de que la historia tratara de objetivar la realidad porque la investigación histórica proporciona los datos pero la forma en que éstos son objetivizados dependería de una estructura conceptual previa que es la que los convierte en realidades históricas significativas. De esto se deduciría la imposibilidad del progreso en el conocimiento. Algo que critican los historiadores sociales para quienes es vital la existencia de una continuidad lógica entre la realidad y las interpretaciones históricas empíricamente verificadas.